El juego de Bilbao

El Juego de Bilbao / Bilboko Jokoa es un juego de mesa que recrea las calles y establecimientos más icónicos de Bilbao en lo que podríamos definir como una mezcla del Monopoly y el Juego de la Oca, con ilustraciones y comercios locales.

La base de «El Juego de Bilbao» es la misma que la del mencionado Monopoly, pero en este pasatiempos no comprarás calles, sino comercios o marcas locales muy asociadas a la Villa. Esta es, junto a las ilustraciones realizadas por Abel Caballero, una de las principales diferencias con respecto al Monopoly edición Bilbao que vio la luz allá por 2005.

Recorrer el tablero y comprar comercios tan característicos como el Café Iruña, la Pastelería Arrese o el Mercado de La Ribera es toda una bilbainada que ya se ha convertido en realidad.

Ha sido tanto Enric Cervera, como editor del juego como Nagore Elorza, como coordinadora su autores.

‘El Juego de Bilbao’ cuenta con sus propias ilustraciones, obra de Paul Caballero, basadas en los establecimientos que la ciudadanía recorre a diario para hacer sus compras.

Una bilbainada en toda regla que pretende acercar más el comercio de proximidad a la ciudadanía de la villa. Cervezas La Salve, el Café Iruña, el Mercado de La Rivera, la pastelería Arrese o la Inmobiliaria Artea, y así hasta 43 firmas están representadas en este ‘Juego de Bilbao’ que se ha presentó en la Sociedad Bilbaína

Las partidas se juegan en un tablero con el mapa de Bilbao y la dinámica es ir avanzando hasta llegar a una tarjeta destino que te permita hacer una compra de algún comercio o empresa conocido de la villa. Gana aquel jugador que consiga tener siete propiedades.

En la primera edición del Juego de Bilbao – Bilboko Jokoa se han realizado un total de 8.000 unidades que pueden comprarse por 27 euros en librerías, papelerías, jugueterías y tiendas de regalo de Bizkaia.

Cocina «Bilbaina»

Las cocinas económicas se conocen como las cocinas «bilbainas» o «tipo Bilbao» y son esas cocinas económicas de carbón, de chapa y hierro que se llamaban de ‘tipo Bilbao’

el origen de esta apelación se debe a la empresa «Sagardui Hijos«, nombre de una mítica empresa bilbaína que abrió en 1845 y siguió al pie del cañón hasta los años 80 del siglo XX.

Había nacido como un modesto taller de la mano de José Antonio Anselmo Sagardui Otuna (1812-1882), basauritarra establecido en Bilbao y fundador en 1845 en el número 11 de Campo Volantín de una pequeña fundición en la que se trabajaba el hierro colado y el bronce. Allí se hacían columnas, candelabros, barandillas, escaleras de caracol, bancos y todo tipo de piezas metálicas para la construcción, tranvías, cerrajerías o armerías. La especialidad de Sagardui eran sin embargo las cocinas económicas, verdaderos artilugios de ingeniería a cuya oferta se añadían otros utensilios culinarios como sartenes, parrillas y pailas.

José Antonio Sagardui pronto se vio acompañado en el negocio por sus hijos José María y Tiburcio, de modo que el negocio pasó a llamarse Sagardui e Hijos, razón comercial con la que en 1882 ganaron en la exposición provincial de Bilbao y un año más tarde en la nacional de Madrid sendas medallas de oro por sus cocinas de chapa.

La muerte del patriarca en 1882 provocó que la sociedad pasara a llamarse únicamente Sagardui Hijos, nombre que aparece en prácticamente todas sus cocinas de tipo Bilbao. Adaptadas a distintas necesidades (hostelería, hospitales, esfera doméstica) e ideadas para servir a la vez como fuente de calefacción, fogón y horno, las cocinas económicas de Sagardui fueron un éxito a nivel nacional y llegaron a estar presentes en restaurantes tan destacadas como el bilbaíno El Amparo.

En 1956 la producción se trasladó a Orduña y en la misma época nacieron las mucho más modernas y prácticas cocinas FAR, que dejaban atrás el viejo carbón para adaptarse al uso de gas ciudad o a la bombona de butano.

Crema dental «el Torero»

Esta crema dental fue la hermana pequeña del famoso Licor del Polo y fruto de la labor creativa de Salustiano de Orive

Esta pasta dental tuvo un gran éxito entre las mujeres, sobre todo entre las chicas de servicio en la España de los años 1950 y 1960. Su color carmín y su olor lo hacían muy atractivo.

Y las coplillas en sus anuncios fueron en la línea de su hermano mayor

Esmalte dental el Torero

carmín para señora,

blanco para el caballero,

el dentífrico que embellece su sonrisa.

Galletas María

La famosa Galleta María (leche, mantequilla, azúcar, harina de flor) fue, junto a la Galleta Chiquilín, la estrella de la fábrica Artiach

Artiach inicia en 1907 su actividad en una lonja sita en la calle García Salazar (Panadería El Bosque), para más tarde trasladarse, incorporando nuevos avances, a la calle de Cantarranas, también en el mismo Bilbao. A consecuencia de un incendio queda destruida la fábrica en 1920, lo cual les lleva a buscar nuevo emplazamiento en la Ribera de Deusto (península de Zorrozaurre), donde en 1921 con modernos y nuevos equipamientos inician y desarrollan una gran producción.

Este edificio fue el primero en España concebido y construido para albergar una fábrica de galletas. El diseñador de esta fábrica fue el ingeniero, de la misma familia, José Artiach Gárate. En 1923 llegó a tener 67 personas en plantilla, 55 de ellas mujeres. En 1924 ya con 88 trabajadores (63 mujeres) instauraron un sistema de turnos con el que se llegó a fabricar 18 Tn al día, el doble que hasta esa fecha.

En los años 40 los obreros de Artiach llegaron a ser 600. En los años 70 tuvo un tiempo de esplendor en la planta de la Ribera de Deusto llegando a trabajar hasta 800 personas. La fabricación, aunque industrial, necesitaba mucha mano de obra.

Según el Master Plan de rehabilitación de Zorrozaurre, aprobado en 2007, la antigua fábrica de Artiach va a ser uno de los dos edificios industriales reutilizados como futuro centro cultural.

Tras las inundaciones de 1983, la familia Artiach dejó el negocio pasando a ser propiedad de la empresa Nabisco. El número de trabajadores de la planta volvió a bajar, actualmente no supera los 250 trabajadores, el 75 % mujeres. La fábrica se traslada y ahora está situada en Orozco (Vizcaya) España. En estos años ha ido pasando de las manos de una multinacional a otra: Tabacalera, Royal Brands, United Biscuits, en 2006 pasó a ser propiedad de Kraft Foods, en 2008 del grupo Panrico, en 2012 del Grupo Nutrexpa y desde 2015 su propietaria es la empresa Adam Foods. Actualmente la planta de Orozco produce cerca de las 24000 Tn al año. (Wikipedia)

Polvorón Felipe II

La historia del Polvorón Felipe II es toda una historia de decepción,. Por una parte fue un polvorón bilbaino pero ya no lo es y por otra, toda la historia sobre sus orígenes parece más fruto de un deseo y una historia bonita que de la realidad.

Tradición

Dice la tradición que el mantecado FELIPE II, no tiene este nombre por una arbitraria decisión comercial. El origen de esta joya del arte de la confitería española, se remonta posiblemente al siglo XVI durante la vida del rey más famoso de Las Españas y que existen referencias literarias y tradiciones que muy probablemente recogen que este mantecado era el suculento manjar que ofreció en señalada ocasión el Conde de Benavente a su Señor Don Felipe II, y a su augusta esposa Isabel de Valois. Pero la realidad, según Ana Vega, es que estos polvorones nada tienen que ver con el rey Felipe, me temo, ya que no hay prueba de dulces similares hasta el siglo XVIII. Pero qué más da, si su verdadera historia nada tiene que envidiar a ningún monarca.

Orígenes

Los mantecados Felipe II se hacían antiguamente en Bilbao y que de la capital vizcaína pasó la receta y la marca a la señora Blancanieves Tejedor, que es quien los sigue haciendo en una fábrica de Gasteiz y quien preservó este tesoro culinario cuando nadie en Bilbao parecía interesado en continuar la tradición. Pero ¡ah! lo que muchos ignorarán es que tanto el nombre de estos míticos mantecados como el secreto de su elaboración se los debemos a un sevillano. No podía ser de otra forma, ya que fue en Estepa (Sevilla) donde comenzó la gran historia de los polvorones como postre navideño por antonomasia.

En diciembre del año 1900 Juan Álvarez Fernández, un confitero establecido en la calle Butrón de Sevilla, solicitó una marca de fábrica para distinguir sus mantecados: un círculo con el retrato del rey Felipe II rodeado de las palabras «exquisitos mantecados Escorial» y «Juan Álvarez – Sevilla».

Esta imagen debía de ir en las cajas, cartuchos y papel de envolver de los productos impresa «en tinta color grana», igual que los vitorianos Felipe II de hoy en día.

Poco más sabemos de nuestro amigo sevillano aparte de que hacía muy buenos mantecados y que en 1903 ganó efectivamente un diploma y una medalla en la categoría de confitería de la Exposición Internacional Villa de Madrid, celebrada en el Retiro entre mayo y junio de ese año.

Tan famosos debían de ser sus dulces que en 1911 y ante la gran demanda cedió el derecho de usar su marca a dos fabricantes. Poco después, en 1918, se inscribe oficialmente a Fidel Díez Pérez como depositario de la marca «para explotarla en las provincias de Álava, Vizcaya, Guipúzcoa, Navarra, Logroño, Soria, Segovia, Valladolid, Palencia, Burgos, Santander, Oviedo, Lugo, Coruña, Pontevedra y Orense».

Fidel Díez era un pastelero bilbaíno que había comenzado en Iralabarri en 1909 y poco después había puesto un ultramarinos con obrador en la calle Rodríguez Arias 9. Más o menos por la misma fecha en la que consiguió los derechos del célebre polvorón se trasladó a Hurtado de Amézaga 36, lugar en el que se elaboraron los «exquisitos mantecados Regente y Escorial» hasta los años 90. Varias generaciones de bilbaínos recordarán a sus hijos José y Fidel tras el mostrador vendiendo año tras año los benditos mantecados. Ellos mismos supervisaron la primera producción trasladada a tierras alavesas, así que pueden ustedes dar por seguro que los Felipe II siguen haciéndose igual

Actualmente se siguen produciendo en Gazteiz por la Confitería Blancanieves Tejedor con una calidad extraordinaria que ha sido merecedora de numerosos premios internacionales. (Texto de Ana Vega en El Correo)

Café El Abra

El grupo Iparcoffee tiene su origen en una empresa tostadora familiar perteneciente al Grupo Santamaría Ibarra, que se fundó en 1958 en Bilbao (Vizcaya) por José Miguel Santamaría Ipiña.

Los años pasaron y, en la actualidad, el grupo está compuesto además por otras cinco comercializadoras en todo el territorio nacional: Cafés El Abra (Bizkaia y Araba), Betiko Kafea (Gipuzkoa), Cafés Cantabria (Cantabria), Cafés A&S (Aragón) y Cafés Conti (Galicia).

Cafés El Abra quiere facilitar el uso y consumo de sus productos a las personas ciegas. Para ello ha contado con la colaboración y asesoramiento de la ONCE para etiquetar los envases de sus cafés en capsulas en braille, lo que posibilitará que éstos puedan leer las características y el origen de los diferentes cafés de la empresa vizcaína y potenciar así su autonomía personal. Con esta iniciativa, Cafés El Abra se convierte en la primera marca cafetera en España en etiquetar sus productos en cápsulas en braille.

En el año 2019 El grupo asturiano Cafento ha adquirido Iparcoffee, firma vizcaína propietaria de marcas como El Abra, Conti o Apassionate, en una operación que se cerró en septiembre y que supone un paso más en la concentración del sector cafetero en España, dado que tanto la compradora como su nueva filial han protagonizado en los últimos años importantes crecimientos.

Beyena

De la colección «De Bilbao de toda la vida» de Tomás Ondarra y Jon Uriarte

En el año 1952 el Gobierno estableció la obligatoriedad de que el suministro de leche se realizase a través de centrales lecheras en los municipios mayores de 25.000 habitantes, para garantizar las medidas sanitarias adecuadas. Teniendo presente este marco legal, se formó la Cooperativa de productores de leche de Vizcaya (1.03.1953) que creó la Central lechera Beyena, ubicada en el Alto de Castrejana (Bilbao) y fue autorizada en 1958.

Las cooperativas concedían créditos a los ganaderos para la compra del ganado, facilitaban los piensos en mejores condiciones y se encargaban de la recogida, tratamiento y distribución de la leche. Esta actividad cooperativa facilitó la labor de los ganaderos y mejoró sus condiciones económicas. La actividad de la cooperativa ganadera también prestó atención a la mejora del ganado y de los forrajes para lo que se creó la Granja Modelo de Mungia.

El desarrollo de esta actividad ganadera necesitaba financiación. Por ello, Beyena impulsó la creación de la Caja Rural de Vizcaya, en 1967.

La mejora del sector ganadero tuvo un impulso destacado en los años 70 y 80. Esto se consiguió gracias al desarrollo de una campaña de saneamiento de la cabaña ganadera que redujo las enfermedades de las reses, la impulsó de la mejora genética de los animales, a las acciones de mejora en la tecnología de ordeño y a la modernización de las instalaciones.

A partir de los 70 las cooperativas lecheras vascas comienzan a considerar la posibilidad de cooperar para hacer frente a la competencia de otras empresas del sector. Será en 1982 cuando por primera vez cuando desarrollen un proyecto conjunto para la adquisición de envasadoras de leche pasteurizada en envase de cartón.

El ingreso de España en la Comunidad Económica Europea en 1986 incrementó la competencia en el sector lechero y las cooperativas vascas evidenciaron su escaso volumen para afrontarla con éxito. Por ello, se planteó la posibilidad de fusionar las centrales lecheras con la cooperación del Gobierno Vasco y el Gobierno de Navarra. En 1992 se crea Iparlat como empresa que reunía las cooperativas Gurelesa, Copeleche-Inlena y Beyena, lo que supuso la desaparición de Beyena como una cooperativa independiente. (Texto de Mikel Urquijo en Bilbaopedia)

Beyena fue pionera en la introducción del formato tetra pak, la primera creación de la multinacional sueca del mismo nombre que revolucionó el mercado alimentario gracias a su embalaje para líquidos. También utilizó, además de botellas de cristal, bolsas de plástico y distintos recipientes para yogur, mantequilla y batidos lácteos.

Hoy en día sigue existiendo Beyena como marca secundaria de Kaiku

Cervecera del Norte

El 2 de marzo de 1912 e inscrita en el Registro de marcas comerciales como Compañía Anónima, Cooperativa Popular “La Cervecera del Norte”, constando en dicha solicitud su primer domicilio en la calle Hurtado de Amézaga, núm. 12. Su objeto era la fabricación de cerveza, hielo y malta. Dicha sociedad estuvo presidida en sus orígenes por Baltasar de Amézola y Aspizúa,  al que acompañaban en el Consejo de Administración Antonio de Arguinzoniz Olalde como vicepresidente, Federico Belausteguigoitia y Landaluce como secretario, y Ramón de Echevarría, Luis Govillar, Manuel de Allende y Allende y Alejandro Deprit y Laca como vocales. El capital inicial de dicha compañía era de 300.000 pesetas, repartido en 6000 acciones con un valor nominal de 500 pesetas cada una, capital que fue ampliado a 1.000.000 de pesetas ese mismo año. El capital de la empresa en 1968 era de 130.000.000 de pesetas. El año 1967 la empresa estableció una fábrica en Valencia, concretamente en El Puig. 

En 1928 era director Gerente José Gandariasbeitia, miembro de la familia que durante años dirigiría esta empresa y Presidente Rafael Eulate de la Mata, que ocuparía este cargo durante casi 40 años. En 1934 “La Cervecera del Norte” se fusionó con “La Vizcaína”, otra popular fábrica de cervezas y bebidas gaseosas de Bilbao ubicada  en Iturrigorri. Aunque en las dos se continuó elaborando cerveza, la primera dedicó su producción casi íntegramente a la elaboración de ésta, mientras que la segunda se especializó en gaseosas y bebidas refrescantes. Fueron maestros cerveceros de la empresa a lo largo de diversas épocas León Meng, Enrique Mesureguel e Imanol Gandariasbeitia. 

En 1947 inició su expansión al abrir una sucursal en Burgos que se dedica al embotellado y la distribución de las cervezas elaboradas en Bilbao. En 1956 se mecaniza la fábrica de Basurto

“La Cervecera del Norte S.A.” fue absorbida por “Cervezas de Santander” en 1975, para conformar “Unión Cervecera”, desapareciendo como tal Sociedad en 1978 y quedando integrada desde entonces en la misma. La concentración de las empresas cerveceras en grandes grupos hizo que en 1991 “Unión Cervecera” pasara a formar parte de Cruzcampo

El complejo fabril cervecero, construido en Basurto, fue firmado por el arquitecto José María de Basterra, teniendo como contratista al señor Taranco, y aunaba espacios productivos y un despacho de venta al público. Se seguía el modelo europeo de esa época en el que los edificios industriales cerveceros se rodearon de espacios lúdicos, jardines y parques al aire libre, que sugerían un ambiente idílico y buscaban la promoción del consumo de cerveza en las horas de ocio.

La nueva sociedad industrial bilbaína comenzaba así a reclamar sus lugares de esparcimiento y los empresarios cerveceros del Botxo crearon edificios y pabellones que remitían con su cuidada estética a estas nuevas demandas. Esos edificios de la fábrica de Basurto trataban de emular la arquitectura cervecera  centroeuropea, con tejados apuntados y fachadas que simulaban entramados de madera, detentando así un aspecto rústico, que podíamos considerar la nota común en la mayor parte de cerveceras europeas. En nuestro caso, en sintonía con el estilo arquitectónico neovasco imperante en aquellos años, la búsqueda de ese efecto se hizo patente fundamentalmente en el edificio de oficinas y vivienda del director. En cuanto al edificio de la fábrica Basterra lo diseñó con un estilo modernista, con ciertos elementos Art-Decó, primando el uso del ladrillo y de la cerámica, en la que fueron fabricados el cartel con el nombre de la fábrica que presidia su fachada en la parte izquierda, y la fecha de su construcción, 1913, en la derecha.

En 1914 se autorizó la venta al aire libre de las cervezas de su elaboración en los jardines iniciales de dicho complejo, en los que existía en mitad de dicho espacio un quiosco en el que se vendía tanto cerveza en jarras como en barriles. No será hasta 1923 cuando se autorice la construcción de un conjunto de pabellones cubiertos dispuestos en terrazas, los conocidos “Jardines Iparralde” que se convierten en punto de reunión de numerosas familias bilbainas con conciertos todos los domingos. También existen dos juegos de bolos que son reemplazadas por un frontón en 1928.

La fábrica cierra en el año 1993 siendo demolida en el año 1995 para construir viviendas y un ambulatorio

A lo largo de sus años de existencia “La Cervecera del Norte” comercializó diferentes tipos de cervezas: Pilsen, Munich, Negra, Clara y Especial. Las marcas de cerveza más importantes que distribuyó fueron Iparralde, Norte y especialmente Oro. (Texto de Miguel Ángel Santos Crespo en Bilbaopedia)

MARCAS Y TIPOS

EL CIERVO

NORTE

ORO

Es la marca estrella de la firma. Se registra como marca el 20 de julio del 1913. En 1960 aparecen los primeros «iturris» con el nombre «Oro». Se deja de fabricar el 1993.

Pero en el año 2017 resurge la marca ORO promovida por cerveceros de la villa

PILSEN

CLARA

MUNICH

Galletas Chiquilín

De la colección “De Bilbao de toda la vida” de Tomás Ondarra y Jon Uriarte

Las Chiquilín de Artiach nacieron en 1927 de la mano de Gabriel Artiach Gárate, responsable por entonces de la expansión de esta empresa familiar y gran aficionado al cine.

Tal y como se detalla en la tesis ‘La galleta y el diseño, el modelo Artiach’ (Miguel Morenés Artiach, 2016) don Gabriel solía acudir todas las tardes a una sesión cinematográfica para distraerse y olvidar los problemas del trabajo. Y fue en la pantalla grande donde encontró inspiración para dar nombre a la nueva creación de Artiach, una galleta especial hecha a base de mantequilla, miel, yemas de huevo, azúcar, harina y una pizca de coco.

Este producto, muy distinto a la famosa Galleta María, redonda y con un sabor y textura inimitables, se convertiría en el gran éxito de Artiach gracias a una imagen de marca bien estudiada y a un nombre ya popular: Chiquilín. Ése era el alias artístico en España de Jackie Coogan (1914-1984), actor estadounidense que triunfó en todo el mundo con apenas 7 años gracias a su aparición en la película ‘El Chico’ de Charles Chaplin (1921).

Chiquilín era un personaje muy popular entre el público infantil y además tenía los atributos que Artiach buscaba para su nueva galleta: energía y simpatía. La empresa solicitó registrar la marca Chiquilín en febrero de 1927 con un diseño de galleta distinto al que luego sería clásico en ella, pero en el que ya aparecían las palabras «Artiach – Chiquilín – Bilbao» y la estampa del niño con gorra, claramente inspirado en Jackie Coogan.

Artiach comenzó a anunciar esta galleta como una «nueva creación» a principios de 1928, cuando un paquete de 200 gramos costaba una peseta, y después de la Guerra Civil encargaría su promoción a la agencia de publicidad O.E.S.T.E., donde trabajaba el dibujante Emilio Ferrer. Sería él quien ideó el rediseño de la marca y la potente imagen de Chiquilín, siempre presente en las latas, cartelería o escaparatismo de la empresa con sus enormes pantalones y un tirante cruzado. (Texto de Ana Vega Pérez de Arlucea en «El Correo»

Resulta muy interesante la historia que cuenta Ana Vega Pérez de Arlucea en El Correo, en relación a las galletas Chiqulín que por un periodo se llamaron Chavalín

Si les digo «galleta María», en qué marca piensen ustedes? Probablemente lo harán en Fontaneda o Cuétara, pero apostaría un ojo de la cara a que nadie pensará en Artiach. Fundada en 1907, la galletera bilbaína perdió en un momento dado el tren de las «Marías» y ya nunca lo pudo volver a recuperar, pese a haber sido uno de sus fabricantes más populares antes de la Guerra Civil. Hasta 1936 las palabras «Artiach – María – Bilbao» no sólo adornaron una de las caras de esta galleta, sino que formaron un trío inseparable en la mente de los consumidores. Las Marías eran siempre de Bilbao, siempre de Artiach y también siempre un producto de verdadero lujo, elaborado con leche fresca, mantequilla de la mejor calidad, azúcar blanco y harina de flor.

El problema llegó cuando todos esos ingredientes desaparecieron del mercado. Durante la durísima postguerra española se juntaron circunstancias como el racionamiento de alimentos, el desabastecimiento de materiales, la falta de importaciones debido a la Segunda Guerra Mundial, la injusta política de cupos de materias primas establecida por el franquismo y la penalización de Bizkaia como «provincia traidora», que conllevó la abolición del concierto económico en el territorio.

Todo ello provocó enormes dificultades a los industriales vizcaínos y por supuesto a Artiach, que a pesar de haber sido nombrada en 1941 «empresa ejemplar» era incapaz de acceder a los mismos productos que había usado en su fábrica antes de la contienda. Tampoco había electricidad constante para que funcionaran los hornos, ni gasolina o vehículos para distribuir las galletas, ni hojalata para los envases que siempre habían caracterizado a sus galletas.

Mientras que otras compañías establecidas en provincias «leales» fueron favorecidas por la política de cupos y pudieron acceder a productos importados o incluso refinar su propio azúcar de caña o remolacha, en octubre de 1940 Artiach vio cómo su suministro de harina de trigo se cortaba por completo y en septiembre de 1941, también su acceso al azúcar. Comprometidos con sus clientes, el 29 de enero de 1942 los hermanos Artiach Gárate publicaron en este periódico un comunicado explicando que de manera temporal y hasta que las circunstancias les permitieran recuperar su actividad normal, fabricarían «unas nuevas pastas a base de miel, azúcar de mosto, almendra y avellana». En abril de ese mismo año se dirigirían en el diario ABC al resto del país con una frase que resumía perfectamente su situación: «hacemos hoy lo que podemos y no lo que deseamos».

Tal y como recogen el libro ‘Las galleteras de Deusto’ (Maite Ibáñez y Marta Xabala, 2007) y la tesis ‘La galleta y el diseño, el modelo Artiach’ (Miguel Morenés Artiach, 2016), para preservar los puestos de trabajo de sus empleados y seguir en el mercado Artiach tuvo que recurrir a la harina de yuca o castaña y también a diversificar sus fuentes de ingresos: en sus instalaciones de Zorrozaurre se empezó a elaborar membrillo, vender huevos y criar cerdos. Empeñados en no dilapidar la reputación que tan costosamente se habían ganado, los Artiach van con la verdad por delante y avisan de que sus nuevas pastas son nutritivas, «aunque sin la excelencia de las marcas que con tanta tenacidad hemos acreditado durante largos años». Dicen obligado adiós a la María, a la Cracker, la Digesta y a otra de sus grandes especialidades, Chiquilín, creada en 1927 a base de yema de huevo, mantequilla, harina de flor, azúcar y coco.

Habiendo recuperado el acceso a la harina (algo era algo), a principios de 1945 la empresa anuncia una nueva serie de galletas denominada «Aproximación». La honestidad de la empresa queda patente tanto en el nombre como en su justificación: aunque aquellos productos recordaban a los de antes de la guerra, su fórmula y calidad aún no eran las mismas y no querían «usar nuestros nombres clásicos, que tan grabados en su mente tienen los consumidores, hasta que podamos ofrecer la garantía de una selección adecuada de primeras materias». Por eso la María se llamaba Casi («prácticamente una María»), la Cracker pasaba a ser Hojaldrina y aparecían nuevas variedades como la Sinaz (sin azúcar, claro) o la Popi de avellanas.

En otoño de 1946 se le dio a la serie Aproximación una nueva vuelta de tuerca con la aparición de Chavalín, una autoimitación de Chiquilín que sólo se diferenciaba de la original «por un sutil matiz derivado de la imposibilidad de elegir las calidades de las materias primas». Los nombres, las recetas y la añorada calidad de Artiach se recuperaron en 1950, después de una década de apuros, perseverancia e integridad a prueba de balas. Lo malo es que el tren de las galletas María nunca volvió a circular a la misma velocidad.

Licor del Polo

De la colección “De Bilbao de toda la vida” de Tomás Ondarra y Jon Uriarte

1876 Licor del Polo nace en Bilbao, de la mano de Salustiano de Orive, estudiante de farmacia y botánica que lanzó un colutorio para poner remedio al dolor de muelas.

1960 Licor del polo introdujo la crema dentífrica en tubo y en dos sabores: la original y la clorofilada, algo inusual en España. Durante esos años la marca se hizo eco en la prensa española con publicidad innovadora que no dejaba a nadie indiferente

1992 En 1992, Licor del Polo revoluciona el mercado al lanzar el 2 en 1, dentífrico con enjuague.

Actualidad: Con los años Licor del Polo ha seguido innovando para ofrecer a los consumidores los mejores productos para mantener una higiene bucal perfecta y una máxima sensación de frescor.

Licor del Polo nació como remedio para la limpieza y el cuidado bucal en unos años en los que esta zona del cuerpo estaba condenada al olvido. Limitada a productos que provocaban más daños que beneficios, abandonada al desamparo y al descuidado o, simplemente, a las malas artes de algunos dentistas, las bocas no pasaban por sus mejores momentos. Así se sintió Salustiano de Orive en sus tiempos de estudiante de Farmacia en Madrid, cuando sufrió un fuerte dolor de muelas y el dentista decidió que el mejor remedio era extirparle las dos piezas dentales. El joven se prometió a sí mismo que nunca más pasaría por aquel trance. El dolor le sirvió como inspiración.

¿Por qué el nombre de licor del polo?

En la universidad, Orive tenía un compañero al que cariñosamente llamaba Polo y al que prometió que su primer invento llevaría su nombre. Además, el elixir, aparte de hierbas y plantas, contaba entre sus ingredientes con varias sustancias utilizadas en el Polo Norte para combatir el escorbuto. Licor del Polo tenía, por lo tanto, licencia doble para llamarse así. Años más tarde, la firma marcó la diferencia también en la publicidad televisiva, con anuncios originales e innovadores. Todos recordamos a la joven aventurera que se cepillaba los dientes con Licor del Polo y conseguía congelar con su aliento un lago de agua.

Salustiano de Orive creó un imperio a partir de Licor del Polo. Si fue un genio en el momento de inventar un producto adelantado a su época, fue un maestro a la hora de saber venderlo al público. Desde el comienzo, De Orive utilizó a la prensa como aliada para mostrar su producto. Era corriente ver en los periódicos de la época breves versos anunciando el poder milagroso de Licor del Polo. Unos estaban dirigidos a los más impetuosos y airados; otros, a los más presumidos. Veamos algunos ejemplos

La Sociedad de naciones ha mandado a sus soldados limpiar con Licor del Polo la boca de sus cañones.

Al polo fue Sisebuto hace un año y aún no escribe, ¿Se habrá muerto de escorbuto? por no usar el muy bruto Licor del Polo de Orive.

Calixto que es hombre listo, de Orive la pasta gasta y así el bueno de Calixto se da el pisto y se da pasta.

Del viento, en este momento, mal aliento se percibe. Que mal le huele el aliento ya podría usar el viento Licor del Polo de Orive.

Mi dependiente Vicente a una dura chuleta no podía hincar el diente. Se untó Licor del Polo y tras de un rato hincó el diente y rompió el plato.

¿Qué le ha prescrito el doctor? Licor. ¿Licor tan sólo? Del polo. ¿Licor del Polo prescribe? Licor del Polo de Orive.

Luciano te quedas solo y de verdad que lo siento, pero usa Licor del Polo para que no huela tu aliento.

¡Camarero! ¿Qué quiere usted, ron, o marrasquino solo? No quiero ningún licor no siendo Licor del Polo.

En Babia Rosita vive, quiere tener pretendientes y no usa para los dientes Licor del Polo de Orive

Para ser rico en España hay dos caminos tan sólo, o dedicarse al toreo o vender Licor del Polo.

En un choque de trenes hace días perdió todos los dientes Paco Mir. Se untó Licor del Polo y al de un año le han vuelto a salir.

Dentífricos hay cuatrocientos con anuncios a los cuatro vientos y todos saben a vitriolo si se comparan con Licor del Polo.

Años más tarde, la firma marcó la diferencia también en la publicidad televisiva, con anuncios originales e innovadores. Todos recordamos a la joven aventurera que se cepillaba los dientes con Licor del Polo y conseguía congelar con su aliento un lago de agua.

Plano de la farmacia Orive de la calle Askao. 1871