La Salve

La cervecera de Bilbao, La Salve, fue fundada en 1886 por José Schumann y Cordés, el hijo de un cervecero alemán.

José Schumann y Cordés instaló una fábrica con la que elaborar tanto cervezas como bebidas gaseosas junto a la Ría. Originalmente, la fábrica de La Salve se ubicó en Campa de La Salve, de donde heredó su nombre. Aunque siempre mantuvo un punto de venta en la Campa, con el tiempo, trasladarían la fábrica a la calle Artasamina.

Como nos contaba en su día el director de La Salve, Eduardo Saiz Lekue, acerca de los inicios de la cervecera: «En aquella época esa primera fábrica estaba ubicada en un recodo de la ría desde donde los barcos, cuando llegaban a la ciudad, veían a la Virgen de Begoña, Patrona de la ciudad. Por eso al pasar entonaban La Salve para agradecer que habían llegado bien. Y esto mismo se repetía al partir, para que les cuidara en la travesía».

A partir de 1910, La Salve ya se encuentrabra en manos de la familia Pérez-Yarza, quienes regentaban numerosos negocios en Bilbao, entre ellos el Hotel Excelsior. 

En los años 70, La Salve era la cerveza más consumida en la zona de Vizcaya y parte de Guipúzcoa, Cantabria y Álava y estaba muy enraizada con su entorno. No en vano, además de la fábrica de Bilbao, tenía una cervecera donde la gente iba a pasar el día con los amigos y la familia, llevando su propia comida o cena. Era un punto de encuentro social. Por eso a día de hoy se mantiene ese sentimiento de cariño y nostalgia de muchas personas

Pero en 1978, la cervecera de Bilbao tuvo que cerrar sus puertas. Cuarenta años después, en marzo de 2018, La Salve renace e inaugura su tercera fábrica.

Hoy, La Salve es la segunda cervecera más antigua de España en activo. El grupo Mahou San Miguel es parte de su accionariado con un 42,7% de la cervecera de Bilbao. Esta relación con el grupo ha sido clave para reabrir la fábrica en la capital vizcaína. (Web Loopulo)

Café El Abra

El grupo Iparcoffee tiene su origen en una empresa tostadora familiar perteneciente al Grupo Santamaría Ibarra, que se fundó en 1958 en Bilbao (Vizcaya) por José Miguel Santamaría Ipiña.

Los años pasaron y, en la actualidad, el grupo está compuesto además por otras cinco comercializadoras en todo el territorio nacional: Cafés El Abra (Bizkaia y Araba), Betiko Kafea (Gipuzkoa), Cafés Cantabria (Cantabria), Cafés A&S (Aragón) y Cafés Conti (Galicia).

Cafés El Abra quiere facilitar el uso y consumo de sus productos a las personas ciegas. Para ello ha contado con la colaboración y asesoramiento de la ONCE para etiquetar los envases de sus cafés en capsulas en braille, lo que posibilitará que éstos puedan leer las características y el origen de los diferentes cafés de la empresa vizcaína y potenciar así su autonomía personal. Con esta iniciativa, Cafés El Abra se convierte en la primera marca cafetera en España en etiquetar sus productos en cápsulas en braille.

En el año 2019 El grupo asturiano Cafento ha adquirido Iparcoffee, firma vizcaína propietaria de marcas como El Abra, Conti o Apassionate, en una operación que se cerró en septiembre y que supone un paso más en la concentración del sector cafetero en España, dado que tanto la compradora como su nueva filial han protagonizado en los últimos años importantes crecimientos.

Coñac Barbier

En la primera década del siglo XX la madrileña Puerta del Sol aún no lucía el mítico anuncio de Tío Pepe pero sí otro de una marca que igual con suerte aún les sonará a algunos de ustedes: Barbier. El coñac Barbier lucía, en mayúsculas y a tamaño gigante, en el centro de la capital demostrando el poderío de una marca bilbaína fundada en 1890. Ese año montó Valentín Barbier, bilbaíno de origen francés, una modesta destilería dedicada a la elaboración de licores de alta graduación. Con el txakoli blanco de la zona decidió hacer un destilado siguiendo el tradicional sistema Charentais de la región francesa de Cognac pero a lo vizcaíno. Semejante ‘euskoñac’ tuvo mucho éxito pese a lo atrevido de la empresa, y en 1898 registró la marca Cognac de Chacoli Barbier e Hijos para denominar a su licor de txakoli.

Ese mismo año le empezaban a caer flores en la prensa financiera con artículos que loaban la excelencia de su producto y las avanzadas técnicas empleadas en su fábrica. «Obtiene del chacolí blanco de Vizcaya el más selecto cognac que pueda imaginarse y en el que, sobre las ventajas de calidad se encuentran además las económicas, una vez que por fabricarse en España puede competir indiscutible y satisfactoriamente en precios con los del extranjero».

Poco después Barbier lograba un primer premio en la exposición universal de París, un galardón que no había obtenido hasta entonces ninguna bebida española. Para entonces Valentín y sus hijos producían desde la calle Bailén 900 litros diarios de licor y vendían al año más de 2.000hectolitros en países como Bélgica, Austria, Dinamarca, Inglaterra, Estados Unidos, México, Cuba, Puerto Rico y la mismísima Francia, lugar en el que no pudieron decir ni pío en contra de su coñac (por mucho que les repatease) después de someterlo a rigurosas catas y varios análisis químicos. Monsieur Boubeau, eminente fabricante de cognac francés, al probarlo llegó a decirle a Barbier que «porque lo trae usted creo que es de fabricación extranjera, pues compite sin disputa con los mejores de los nuestros».

En los primeros años del nuevo siglo la casa Barbier, ya con José Barbier hijo al frente, decidió lanzarse a fondo en el mercado español y emprender una agresiva campaña publicitaria, con el rótulo de la Puerta del Sol como símbolo. Anuncios a toda página pregonaban las bondades del coñac vizcaíno de «aroma natural y suavidad en el paladar, pudiéndolo tomar las damas a pesar de los 43 grados que tiene de fuerza alcohólica». Eslóganes como ‘Coñac Barbier es el mejor’, ‘Pruebe Barbier’ o ‘Una bebida selecta para un paladar selecto, Barbier’ coparon las páginas de anuncios en prensa durante años.

Acreditados por medallas de oro en las exposiciones de Bruselas, Madrid y Viena, en Barbier expandieron el negocio creando distintas variedades de producto con diferentes procesos o envejecimiento. El más famoso sería su Grand-père (abuelo, en francés), «el coñac de bouquet especialísimo al estilo francés», pero también tuvieron otros bajo el nombre de Consulado, Carillon o Tres Estrellas. A base de diversificar ofrecieron a sus consumidores nuevas formas de disfrutar del licor, por ejemplo con azúcar y seltz en plan cóctel, o como ponche para catarros con huevo y leche.

A partir de los 50 el consumo de coñac o brandy empezó a bajar, superado por licores más modernos como el whisky o la ginebra. Barbier se centró en el sector regional y local anunciándose como «nuestro coñac» acompañado de ilustraciones que lo relacionaban con el ambiente vasco, como una cuadrilla en una taberna o grupo de amigos en un bar en el que luce una cesta-punta. Aún a finales de los años 60 siguió dando guerra hasta caer en el olvido y el fracaso comercial. Si tienen ustedes por ahí una botella de Barbier añejo, échense un chorrito y brinden por el licor bilbaíno que conquistó la Puerta del Sol. (Texto de Ana Vega en El Correo)

Cervecera del Norte

El 2 de marzo de 1912 e inscrita en el Registro de marcas comerciales como Compañía Anónima, Cooperativa Popular “La Cervecera del Norte”, constando en dicha solicitud su primer domicilio en la calle Hurtado de Amézaga, núm. 12. Su objeto era la fabricación de cerveza, hielo y malta. Dicha sociedad estuvo presidida en sus orígenes por Baltasar de Amézola y Aspizúa,  al que acompañaban en el Consejo de Administración Antonio de Arguinzoniz Olalde como vicepresidente, Federico Belausteguigoitia y Landaluce como secretario, y Ramón de Echevarría, Luis Govillar, Manuel de Allende y Allende y Alejandro Deprit y Laca como vocales. El capital inicial de dicha compañía era de 300.000 pesetas, repartido en 6000 acciones con un valor nominal de 500 pesetas cada una, capital que fue ampliado a 1.000.000 de pesetas ese mismo año. El capital de la empresa en 1968 era de 130.000.000 de pesetas. El año 1967 la empresa estableció una fábrica en Valencia, concretamente en El Puig. 

En 1928 era director Gerente José Gandariasbeitia, miembro de la familia que durante años dirigiría esta empresa y Presidente Rafael Eulate de la Mata, que ocuparía este cargo durante casi 40 años. En 1934 “La Cervecera del Norte” se fusionó con “La Vizcaína”, otra popular fábrica de cervezas y bebidas gaseosas de Bilbao ubicada  en Iturrigorri. Aunque en las dos se continuó elaborando cerveza, la primera dedicó su producción casi íntegramente a la elaboración de ésta, mientras que la segunda se especializó en gaseosas y bebidas refrescantes. Fueron maestros cerveceros de la empresa a lo largo de diversas épocas León Meng, Enrique Mesureguel e Imanol Gandariasbeitia. 

En 1947 inició su expansión al abrir una sucursal en Burgos que se dedica al embotellado y la distribución de las cervezas elaboradas en Bilbao. En 1956 se mecaniza la fábrica de Basurto

“La Cervecera del Norte S.A.” fue absorbida por “Cervezas de Santander” en 1975, para conformar “Unión Cervecera”, desapareciendo como tal Sociedad en 1978 y quedando integrada desde entonces en la misma. La concentración de las empresas cerveceras en grandes grupos hizo que en 1991 “Unión Cervecera” pasara a formar parte de Cruzcampo

El complejo fabril cervecero, construido en Basurto, fue firmado por el arquitecto José María de Basterra, teniendo como contratista al señor Taranco, y aunaba espacios productivos y un despacho de venta al público. Se seguía el modelo europeo de esa época en el que los edificios industriales cerveceros se rodearon de espacios lúdicos, jardines y parques al aire libre, que sugerían un ambiente idílico y buscaban la promoción del consumo de cerveza en las horas de ocio.

La nueva sociedad industrial bilbaína comenzaba así a reclamar sus lugares de esparcimiento y los empresarios cerveceros del Botxo crearon edificios y pabellones que remitían con su cuidada estética a estas nuevas demandas. Esos edificios de la fábrica de Basurto trataban de emular la arquitectura cervecera  centroeuropea, con tejados apuntados y fachadas que simulaban entramados de madera, detentando así un aspecto rústico, que podíamos considerar la nota común en la mayor parte de cerveceras europeas. En nuestro caso, en sintonía con el estilo arquitectónico neovasco imperante en aquellos años, la búsqueda de ese efecto se hizo patente fundamentalmente en el edificio de oficinas y vivienda del director. En cuanto al edificio de la fábrica Basterra lo diseñó con un estilo modernista, con ciertos elementos Art-Decó, primando el uso del ladrillo y de la cerámica, en la que fueron fabricados el cartel con el nombre de la fábrica que presidia su fachada en la parte izquierda, y la fecha de su construcción, 1913, en la derecha.

En 1914 se autorizó la venta al aire libre de las cervezas de su elaboración en los jardines iniciales de dicho complejo, en los que existía en mitad de dicho espacio un quiosco en el que se vendía tanto cerveza en jarras como en barriles. No será hasta 1923 cuando se autorice la construcción de un conjunto de pabellones cubiertos dispuestos en terrazas, los conocidos “Jardines Iparralde” que se convierten en punto de reunión de numerosas familias bilbainas con conciertos todos los domingos. También existen dos juegos de bolos que son reemplazadas por un frontón en 1928.

La fábrica cierra en el año 1993 siendo demolida en el año 1995 para construir viviendas y un ambulatorio

A lo largo de sus años de existencia “La Cervecera del Norte” comercializó diferentes tipos de cervezas: Pilsen, Munich, Negra, Clara y Especial. Las marcas de cerveza más importantes que distribuyó fueron Iparralde, Norte y especialmente Oro. (Texto de Miguel Ángel Santos Crespo en Bilbaopedia)

MARCAS Y TIPOS

EL CIERVO

NORTE

ORO

Es la marca estrella de la firma. Se registra como marca el 20 de julio del 1913. En 1960 aparecen los primeros «iturris» con el nombre «Oro». Se deja de fabricar el 1993.

Pero en el año 2017 resurge la marca ORO promovida por cerveceros de la villa

PILSEN

CLARA

MUNICH

Agua de Bilbao

Todos hemos oído las fanfarronadas que se nos atribuyen en torno al Agua de Bilbao, «el agua fría que calienta». Y como suele ser habitual, las historias en su derredor se mezclan hasta que una arraiga con más fuerza en el acervo popular lo que no significa que sea la más probable.

Así que vamos a esbozar varias teoría sobre de dónde surge la popular definición.

1.- La mas conocida es la historia que cuenta que el “Agua de Bilbao” surgió a raíz de una fanfarronada de un grupo de bilbaínos, al término de una cena en un restaurante de San Sebastián (Nicolasa) en la que celebraban una victoria del Athletic de Bilbao frente a la Real Sociedad en 1918. Esta pandilla de amigos, entre los que se encontraba Cesar Artajo, dueño de los bares Artajo y La Goleta, entre risas, pidió “Agua de Bilbao”. Los camareros se disculparon porque no podían complacer la petición, a lo que los clientes respondieron que en Bilbao llamaban agua al champán. Cuando pidieron la cuenta les dijo la Nicolasa que lo mismo que en todo San Sebastián, el agua no la cobraban a los de otra capital…

2.- Según Julián Zugazagoitia, bilbaíno y político socialista, el origen es otro.

En su novela «El Botín» (1929), en el capítulo quinto titulado «Elegía del chacolí», se recoge el siguiente texto:

“Pedí, después de una comida suculenta, agua de Bilbao —refiere a sus amigos D. José de Zabalegui y Corogosti, antiguo mercero en una rúa sucia y oscura de las siete calles. Los que le escuchan no han sido nunca más. Acaso menos. Esperan una anécdota graciosa y sonríen—. “¿Agua de Bilbao, señor?”, preguntó el camarero. “Sí, agua de Bilbao”. Volvió después de parlotear con el del mostrador. “No tenemos, señor”. “¿Cómo?” “¿No tienen agua de Bilbao?” “Tiene el señor de Vichy, Mondariz, Solares…” “No, nada de aguas para enfermos; agua, pero de Bilbao. ¿Qué hotel es éste que no tiene agua de Bilbao?” “Permítame, volveré a preguntar”. Luisa se reía, yo me reía. Vino el camarero con el metre —D. José de Zabalegui y Corogoisti dice metre —maitre— y sampán —champagne— y cuntró —cointreau— y preguntó: “¿Agua de Bilbao? Sí, señor; tenemos. ¿Qué marca desea?”. No sabía, no sabía; pero no podía negarme a decir la marca. “¿Marca, marca? Ponga Pommeri”. Y añadía para enseñanza de aquel palurdo: “Ya sabes, mozo, agua de Bilbao es… sampán”. “Bien, señor”. Se fueron avergonzados, sin atreverse a sonreír. Luisa se reía. Don José de Zabalegui y Corogosti y sus amigos reían desaforadamente la torpeza del camarero.
—¡Pero si eso lo saben hasta en León!—se admiró uno.
Y siguieron, sin dejar de reír, tascando sus tabacos desmedidos y paladeando, con ruido, las dobles de Napoleón”.

3.- Otra versión similar pero con otro protagonista

Esta ocurrió al parecer en el hotel Palace de Madrid en agosto de 1915. Allí se hospedó y dio inicio a todo «don Luis Landera, propietario de la armería de la calle de Los Fueros» quien, efectivamente, fue un hombre real nacido como Luis Joaquín Landera Conceiro en Bilbao en 1873. Apodado «el misericordioso» por haber crecido en la Casa de Misericordia, con 14 años ya era aprendiz de armero y en 1896 tenía una reconocida tienda de armas en la calle Fueros.

Hecho a sí mismo, rico e imponente (1,90 de altura, gran bigote prusiano) viajaba a Madrid con regularidad y se alojaba en las mejores suites. Fue durante aquella estancia en el Palace cuando llamó al timbre de su habitación y pidió al mayordomo agua de Bilbao. Inmediatamente le llevaron botellas de Solares, Mondariz, Alzola e incluso soda de Bérriz, a lo que Landera respondió gritando como un loco «¡Cómo, que aquí en Madrid no saben lo que es el agua de Bilbao!». La escandalera atrajo al gerente del hotel, que amablemente preguntó al empresario a qué marca concreta de agua se refería. «¡Pero si esa agua la conocen en mi tierra hasta los mozos de cuerda! Champagne, hombre, champagne, y que sea francés».

Sea cual sea la historia verdadera, lo cierto es que el Agua de Bilbao no era un mito etéreo sino que se materializó

Durante los años 60, un inspirado hostelero, llamado Castor Artajo, abrió un local llamado «La Goleta». En él, se ofrecía, para el gusto de la clientela, un espumoso con el nombre de «Sirimiri«, envasada y comercializada por Vda. de Artajo e Hijos, Bilbao, cuyo lema era «el agua fría que más calienta», y que se convirtió en sinónimo del «Agua de Bilbao». Pero el tiempo pasa y no perdona. La Goleta ya no existe, pues cerró en 2007, y con ella desapareció una parte de esta historia.

No sería hasta el año 2013 en que, por primera vez, apareciese una botella de cava etiquetada con el nombre de «Agua de Bilbao». Sería en el Café Iruña, durante la celebración de su centenario. El histórico café, en acuerdo con las bodegas Alsina & Sardà, embotelló 6.000 botellas de cava, calidad brut. Éstas fueron etiquetadas con un diseño de K-Toño Frade. En las etiquetas puede leerse la siguiente frase a modo de explicación: “Agua de Bilbao: A principios del siglo XX y como seña de la pujanza económica de Bilbao empezó a decirse que el cava y el champán se bebían en la Villa como el agua«. Todo un souvenir para llevar envasado o «por dentro».

Luego han ido llegando las distintas derivdas a cual más farolera como este Dom P León

Gaseosa Iturrigorri

La materia prima de la gaseosa provenía de Bilbao. Concretamente de la fuente Iturrigorri que se encontraba, y encuentra, en Rekalde.

Su agua era diferente porque tenía una concentración de hierro bastante importante ya que esta agua provenía de un manantial. De aquí salió el nombre de Iturrigorri (Fuente roja).

La fuente ha ido cambiando de aspecto pero aun se conserva

En la actualidad

En 1930, la empresa «La Vizcaina» (fundada en 1912 como continuación de Gaseosa Bilbaina) registró como marca, «Iturri Gorri” para distinguir bebidas gaseosas de todas clases, tanto limonada como agua de seltz en los famosos sifones.

Cuando “La Vizcaína” se fusionó con “La Cervecera del Norte” siguió produciéndose y distribuyendo dicha gaseosa, pero en años posteriores su producción y distribución fue cedida a otras empresas. La marca “Iturri Gorri” actualmente es propiedad de la compañía cervecera Heineken España y sigue comercializándose, pero su producción se ha desplazado a la provincia de León, aunque el envasado y la distribución se mantienen en Bizkaia, concretamente en Arrankudiaga.

A partir de los 70 la diversificación de los gustos y los estilos de vida de los consumidores hicieron que fuera decayendo el consumo de las gaseosas. En esos años comenzó la comercialización nacional de numerosas marcas de bebidas refrescantes, ya no sólo del entorno de Bilbao, lo que hizo que el consumo de las gaseosas locales perdiera peso frente al empuje de las grandes marcas.

Cuando en 1991 “La Cervecera del Norte” cerraba definitivamente sus instalaciones, víctima de la deslocalización del sector cervecero español, se fueron para siempre las burbujas de la historia de la gaseosa en Bilbao, pero su recuerdo perdura aún entre generaciones varias de bilbainos y vizcainos.

Primera etiqueta conocida de la limonada «Iturri-Gorri» Años 1913-1920, aproximadamente.
Imagen cedida por Librería Astarloa, de Bilbao 

Las primeras botellas fueron de cristal liso y con un tapón conocido como de canica. En 1928 se pasó al diseño mas conocido y popular que era una botella de sección circular, formada por tres cuerpos abombados, el central más estrecho que los restantes y liso, y los dos extremos labrados en forma de cuadrados en relieve, con las esquinas cortadas diagonalmente, dando lugar a la formación de otros pequeños cuadrados refundidos; en el cuerpo superior, estos labrados van definiéndose progresivamente, hasta desaparecer por completo al llevar al cuello de la botella. El envase de gaseosa era de color verde claro, pero existieron también botellas de color verde oscuro, posiblemente para otros productos gaseosos.

Pero fue en 1932 cuando se implantó en España el tapón corona para el tapado de las botellas de cerveza y productos gaseosos. También esta empresa  introdujo en España la máquina ALKA para tapar botellas con tapón de aluminio. El éxito del nuevo envase de la gaseosa y del cierre fue sorprendente, y a los tapones metálicos se les denominaría en Bilbao “iturris”; así el nombre de la marca acabó denominando al tapón. Además, los “iturris” dieron origen a un conocido juego de niños, que aún muchos recordarán.

LOS ITURRIS

Imagen de la fábrica embotelladora (1913)