Agua de Bilbao

Todos hemos oído las fanfarronadas que se nos atribuyen en torno al Agua de Bilbao, «el agua fría que calienta». Y como suele ser habitual, las historias en su derredor se mezclan hasta que una arraiga con más fuerza en el acervo popular lo que no significa que sea la más probable.

Así que vamos a esbozar varias teoría sobre de dónde surge la popular definición.

1.- La mas conocida es la historia que cuenta que el “Agua de Bilbao” surgió a raíz de una fanfarronada de un grupo de bilbaínos, al término de una cena en un restaurante de San Sebastián (Nicolasa) en la que celebraban una victoria del Athletic de Bilbao frente a la Real Sociedad en 1918. Esta pandilla de amigos, entre los que se encontraba Cesar Artajo, dueño de los bares Artajo y La Goleta, entre risas, pidió “Agua de Bilbao”. Los camareros se disculparon porque no podían complacer la petición, a lo que los clientes respondieron que en Bilbao llamaban agua al champán. Cuando pidieron la cuenta les dijo la Nicolasa que lo mismo que en todo San Sebastián, el agua no la cobraban a los de otra capital…

2.- Según Julián Zugazagoitia, bilbaíno y político socialista, el origen es otro.

En su novela «El Botín» (1929), en el capítulo quinto titulado «Elegía del chacolí», se recoge el siguiente texto:

“Pedí, después de una comida suculenta, agua de Bilbao —refiere a sus amigos D. José de Zabalegui y Corogosti, antiguo mercero en una rúa sucia y oscura de las siete calles. Los que le escuchan no han sido nunca más. Acaso menos. Esperan una anécdota graciosa y sonríen—. “¿Agua de Bilbao, señor?”, preguntó el camarero. “Sí, agua de Bilbao”. Volvió después de parlotear con el del mostrador. “No tenemos, señor”. “¿Cómo?” “¿No tienen agua de Bilbao?” “Tiene el señor de Vichy, Mondariz, Solares…” “No, nada de aguas para enfermos; agua, pero de Bilbao. ¿Qué hotel es éste que no tiene agua de Bilbao?” “Permítame, volveré a preguntar”. Luisa se reía, yo me reía. Vino el camarero con el metre —D. José de Zabalegui y Corogoisti dice metre —maitre— y sampán —champagne— y cuntró —cointreau— y preguntó: “¿Agua de Bilbao? Sí, señor; tenemos. ¿Qué marca desea?”. No sabía, no sabía; pero no podía negarme a decir la marca. “¿Marca, marca? Ponga Pommeri”. Y añadía para enseñanza de aquel palurdo: “Ya sabes, mozo, agua de Bilbao es… sampán”. “Bien, señor”. Se fueron avergonzados, sin atreverse a sonreír. Luisa se reía. Don José de Zabalegui y Corogosti y sus amigos reían desaforadamente la torpeza del camarero.
—¡Pero si eso lo saben hasta en León!—se admiró uno.
Y siguieron, sin dejar de reír, tascando sus tabacos desmedidos y paladeando, con ruido, las dobles de Napoleón”.

3.- Otra versión similar pero con otro protagonista

Esta ocurrió al parecer en el hotel Palace de Madrid en agosto de 1915. Allí se hospedó y dio inicio a todo «don Luis Landera, propietario de la armería de la calle de Los Fueros» quien, efectivamente, fue un hombre real nacido como Luis Joaquín Landera Conceiro en Bilbao en 1873. Apodado «el misericordioso» por haber crecido en la Casa de Misericordia, con 14 años ya era aprendiz de armero y en 1896 tenía una reconocida tienda de armas en la calle Fueros.

Hecho a sí mismo, rico e imponente (1,90 de altura, gran bigote prusiano) viajaba a Madrid con regularidad y se alojaba en las mejores suites. Fue durante aquella estancia en el Palace cuando llamó al timbre de su habitación y pidió al mayordomo agua de Bilbao. Inmediatamente le llevaron botellas de Solares, Mondariz, Alzola e incluso soda de Bérriz, a lo que Landera respondió gritando como un loco «¡Cómo, que aquí en Madrid no saben lo que es el agua de Bilbao!». La escandalera atrajo al gerente del hotel, que amablemente preguntó al empresario a qué marca concreta de agua se refería. «¡Pero si esa agua la conocen en mi tierra hasta los mozos de cuerda! Champagne, hombre, champagne, y que sea francés».

Sea cual sea la historia verdadera, lo cierto es que el Agua de Bilbao no era un mito etéreo sino que se materializó

Durante los años 60, un inspirado hostelero, llamado Castor Artajo, abrió un local llamado «La Goleta». En él, se ofrecía, para el gusto de la clientela, un espumoso con el nombre de «Sirimiri«, envasada y comercializada por Vda. de Artajo e Hijos, Bilbao, cuyo lema era «el agua fría que más calienta», y que se convirtió en sinónimo del «Agua de Bilbao». Pero el tiempo pasa y no perdona. La Goleta ya no existe, pues cerró en 2007, y con ella desapareció una parte de esta historia.

No sería hasta el año 2013 en que, por primera vez, apareciese una botella de cava etiquetada con el nombre de «Agua de Bilbao». Sería en el Café Iruña, durante la celebración de su centenario. El histórico café, en acuerdo con las bodegas Alsina & Sardà, embotelló 6.000 botellas de cava, calidad brut. Éstas fueron etiquetadas con un diseño de K-Toño Frade. En las etiquetas puede leerse la siguiente frase a modo de explicación: “Agua de Bilbao: A principios del siglo XX y como seña de la pujanza económica de Bilbao empezó a decirse que el cava y el champán se bebían en la Villa como el agua«. Todo un souvenir para llevar envasado o «por dentro».

Luego han ido llegando las distintas derivdas a cual más farolera como este Dom P León

Un comentario en “Agua de Bilbao

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