Bilbao (Escultura)

El Museo de Bellas Artes de Bilbao ha recibido en donación la escultura Bilbao (1983), de Richard Serra, cedida en memoria de Martín García-Urtiaga y Mercedes Torrontegui por sus nietos.

Se trata de una pieza de especial significado en la historia de este museo y también para la ciudad de Bilbao, ya que fue realizada in situ por Serra, uno de los mejores escultores del siglo pasado. En aquel año 1983, en primavera, se celebró en el Museo de Bellas Artes la exposición “Correspondencias. 5 arquitectos, 5 escultores”, comisariada por Carmen Giménez y por el escultor Juan Muñoz. La muestra ponía de manifiesto las relaciones entre la arquitectura y el arte del momento, y para ello reunía proyectos de diez artistas de vanguardia: cinco arquitectos (Emilio Ambasz, Peter Eisenman, Frank O. Gehry, Léon Krier y el estudio Venturi, Rauch & Scott Brown) y cinco escultores (Eduardo Chillida, Mario Merz, el propio Serra, Joel Shapiro y Charles Simonds).

Richard Serra encontró los bloques de acero que necesitaba para este trabajo en una siderurgia de Avilés y culminó el proceso de creación en el propio espacio del museo. (Texto de la web del Museo de Bellas Artes)

Cuando trasladamos la exposición a Bilbao, prescindió de Step y en su lugar elaboró una escultura nueva a partir de dos monumentales lingotes de acero, uno de los cuales, de nueve toneladas, se sos­tenía en equilibrio sobre el inferior, de siete. La llamó Bilbao.  Para encontrar los grandes lingotes de acero que necesitaba hizo un viaje en coche por Asturias. Carmen lo llevó por varios astilleros. Comían en sitios populares y dormían en hoteles baratos. Hasta que al fin Serra encontró lo que buscaba en Avilés. Eran esas dos grandes moles de hierro. Serra se quedó prendado, le contó a Carmen qué queríahacer con ellas y Carmen las compró. Regresaron a Bilbao y culminó el proceso de creación dentro del Museo de Bellas Artes.

A mí me encantaba verlo trabajar en directo, o simplemente participar en la instalación de sus obras, como un obrero más, me gustó desde siempre, no recuerdo des­de cuándo, quedarme quieto en algún punto a observar a la gente en esa especie de silencio irrompible que la cubre cuando no sabes de qué está hablando. El comportamiento de los cuerpos, de las formas que entran y salen del espacio me resulta hipnótico. Con Bilbao nos implicamos todos en su la instalación, su autor por supuesto, pero también Carmen y yo. Tuvimos que introducir en el museo una de las grúas de Aldaiturriaga. Hicimos un trabajo de cirugía, las dos piezas que formaban la escultura estaban apoyadas la una sobre la otra, sin ningún tipo de soldadura. Serra utilizó las cualidades tectónicas del material, su peso y su masa, para conseguir que ambos bloques permaneciesen en equilibrio, en apariencia inestable, a simple vista, tenías la sensación de que la pieza superior estaba a punto de derrumbarse, pues se había llevado al límite el punto deapoyo, pero no. La escultura era una gran metáfora de Bilbao, una ciudad donde prima el acero, maciza, entera, como un bloque en difícil equilibrio, una ciudad que le permitió descubrir la tradición industrial y siderúrgica del norte de España, y que le inspiró. No me extrañó cuando dijo que de todas las ciudades del mundo que había visitado, aquella era “ donde he visto más clara la posibilidad de la escultura” (Texto de la obra de Juan Tallón «Obra Maestra» en boca de Juan Muñoz, escultor. Mayo de 1983.)

Hace veintidós años el Museo de Bellas Artes de Bilbao encomendó una obra a Richard Serra. La formaban dos gruesos bloques de hierro situados en equilibrio uno encima del otro. El mo­tivo del encargo era una exposición sobre las relaciones entre la arquitectura y la escultura. A Serra no lo invitaron a la cena de la inauguración. La causa: se había reunido al llegar a Bilbao con una asociación de artistas vascos que habían protestado contra el anquilosamiento del museo robando unos días antes una escultura de Oteiza.

Al poco, debido al inicio de las obras para la amplia­ción, los responsables del museo sacaron la escultura a la calle y abandonaron los dos bloques de hierro a la intem­perie, caídos de cualquier manera. Transcurrieron los me­ses. Al pasear por el parque, los veía y me indignaba. Sentía una auténtica piedad por aquellos dos lingotes rectangula­res tallados el uno para el otro y condenados a un estúpi­do y salvaje desmembramiento. Por entonces escribía para El Correo, y un día hablé con alguien de la redacción. Pu­blicaron una foto y un artículo de denuncia. Los hierros desaparecieron. En cierto modo, me siento responsable de haberlos salvado de su destino de homeless. No sé dónde estarán. Creo que las vendieron al magnate y coleccionista Plácido Arango por doscientas o trescientas mil pesetas, el precio del material.

Todo esto es absurdo, como el arte moderno en gene­ral. Los señoritos del arte bilbaíno, que despreciaron hace veinte años aquella obra, asistieron como beatos a la gran inauguración del Guggenheim. Los artistas rebeldes, que habían robado la escultura de Oteiza y se habían reunido con Serra, no se preocuparon luego en ningún momento por el destrozo y abandono de su escultura.

Si yo hubiera hecho lo que tenía que hacer, habría contratado una furgoneta de transportes, me habría lleva­do aquellos dos grandes trozos de hierro tirados a la basu­ra, y los habría instalado en el jardín de atrás de Toni Etxea. No contaría a nadie su historia. Supongo que no podrían reclamármelos. Valdrían millones, pero yo no me desprendería de ellos. Y lo más asombroso: nadie a quien yo no se lo dijera sabría nunca que aquellas dos moles de hierro una encima de otra eran una obra maestra del arte contemporáneo. (Texto de la obra de Juan Tallón «Obra Maestra» en boca de Iñaki Uriarte. Escritor. Bunio de 2005).

Círculo de Bilbao

El Círculo de Bilbao es una escultura compuesta por piezas de la más antigua cantera de pizarra de Inglaterra, la obra recuerda los misteriosos círculos que surgen en los sembrados o las formaciones como Stonehenge.

Círculo de Bilbao (Bilbao Circle) fue una obra creada por Richard Long en 2000 para el Museo Guggenheim Bilbao. Está compuesta por piezas de pizarra de la histórica cantera de Delabole, un pueblo de Cornwall, que presume de ser la más antigua cantera de pizarra en funcionamiento de Inglaterra. Rodeando la escultura, el espectador puede revivir el deambular del propio artista. Vista desde arriba, la obra recuerda los misteriosos círculos que surgen en los sembrados o las formaciones prehistóricas como Stonehenge, que parecen indicar una intervención de otro mundo. El artista ha creado piezas relacionadas con antiguos lugares de Inglaterra, como el Gigante de Cerne Abbas, el Gran Hombre de Wilmington y Silbury Hill pero todas las obras de Long evocan un tiempo caracterizado por una relación más espiritual con la tierra. (Texto de la web del Guggenheim)

Blas de Otero

Blas de Otero nació en la calle Hurtado de Amézaga de Bilbao el 15 de Marzo de 1916. Pertenece a una familia de marinos bilbaínos, por parte de padre, y de agricultores de la vizcaína rural, por parte de madre.

Comenzó su educación en un colegio privado y más tarde pasó al Colegio de los Jesuitas en Bilbao, donde realiza el Preparatorio y el Ingreso a Bachillerato.

En 1927 la familia se traslada a Madrid. Se produce la ruina económica de su padre, quien fallece en 1932. En la capital Blas de Otero se aficiona a la Letras, pero debe seguir la carrera de Derecho para poder ayudar económicamente a la familia. Se matricula en la Universidad en 1931.

A los 16 años, en 1932 retorna a Bilbao, y debe trabajar para mantener a su familia. Se relaciona con amigos escritores en ciernes y toma parte en la Asociación profesional de estudiantes de Derecho. Su convicción religiosa le lleva a formar parte de Los Luises. En su revista publica traducciones de los poemas de Esteban Urkiaga, Lauaxeta.

En 1936 funda junto a Pablo Bilbao Arístegui, Jaime Delclaux y José Miguel Azaola el grupo ALEA. El grupo asistió a la representación de Bodas de Sangre de Federico García Lorca en el Teatro Arriaga y a la conferencia del autor en EL Sitio, donde pudieron conocerse.  En la Guerra Civil toma parte de los batallones Vascos y después en el bando rebelde es destinado a Logroño y al Levante.

A comienzos de 1941 comienza la escritura de Cántico espiritual (1942) y publica Cuatro poemas en Pamplona (1941). Estas publicaciones hacen que vaya a  ser conocido en los círculos literarios del País Vasco y de Madrid.

En 1943 abandona su trabajo en una fábrica y se traslada a Madrid para estudiar Filosofía y Letras y dedicarse a la enseñanza. Entra en contacto con escritores como Carlos Bousoño o Eugenio de Nora, de tendencia social en su poesía.

En 1944-45 sufre una crisis que le lleva a quemar todos sus poemas escritos y a reevaluar Cántico espiritual como obra de una estética ya no reconocida.

A partir de 1947 establece nuevas relaciones con los escritores y artistas bilbaínos. En 1949 se presenta al premio Adonais con el libro Ángel fieramente humano (1950)que no gana porque algún miembro del jurado consideró que era heterodoxo.  Pero en 1950 gana el Premio Boscán por Redoble de conciencia. Se relaciona con la poesía social del País Vasco: Gabriel Celaya y Amparo Gastón, Javier de Bengoechea, Ángela Figuera y Vidal de Nicolás. En esos libros, según la opinión de Juan José Lanz, el poeta trabaja la conciencia de una angustia en lucha con Dios, y lleva el acento de una poesía existencial de fuerte aliento metafísico, que se muestra en la imagen del ángel caído.

En 1952 viaja a París y se afilia al Partido Comunista. Pero al de un año regresa a Bilbao. En 1955 se publica Pido la paz y la palabra. De 1956 a 1959 reside en Barcelona, en casa del poeta José Agustín Goytisolo. En ese año se traslada a París. En 1958 publica Ancia, que ganó el Premio de la Crítica y el Fastenrath de la Real Academia (1962). En 1959 y en París, para escapar de las presiones de la censura española publica En castellano. En 1960 viaja a la Unión Soviética y a China. Vuelve a Bilbao, pero en 1963 se encuentra nuevamente en París, antes ha dejado en una editorial de Barcelona el libro Que trata de España. En este ciclo de libros la conciencia social del poeta se acentúa, y aparece la sensibilidad hacia el dolor de la sociedad que se concreta en la petición de una utopía que cambie las condiciones históricas de la España del momento. La poesía se convierte en un acicate de transformación social. Ética y política se mezclan en la voz poética de los libros.

En 1964 viaja a Cuba como Jurado del Premio Casa de las Américas. Se casa con Yolanda Pina. El matrimonio durará tres años. En La Habana se edita la trilogía Que trata de España, que contiene además del título homónimolos libros Pido la paz y la palabra y En castellano. En 1965 hace un viaje breve a España, a la Unión Soviética y de nuevo vuelve a Cuba.

En 1967 se divorcia y regresa a Madrid en 1968. Se opera de un tumor y reanuda su relación con Sabina de la Cruz con quien había mantenido un breve noviazgo a principios de los años sesenta. En 1970 publica su libro de prosas Historias fingidas y verdaderas. En este libro se presentan los tres ejes básicos de su obra: la biografía, la conciencia sobre su obra y la ideología frente a la historia. Elabora el libro Hojas de Madrid que verá la luz en 2010.

En 1979 muere por enfisema pulmonar en Majadahonda (Madrid). (Texto de Jon Kortaza en Bilbaoperdia)

La huella de Blas de Otero en la villa es clara

Busto

Calle Egaña

Placa

En su lugar de nacimiento: Calle Hurtado de Amázaga 29 (antiguo 30)

Calle

Residencia Universitaria Blas de Otero

En las calle Cortes 38

Giraldillo

De la colección «De Bilbao de toda la vida» de Tomás Ondarra y Jon Uriarte

El decorado campanario de la Iglesia de San Antón es un estupendo elemento del barroco del siglo XVIII. Fue trazado por Juan de Iturburu y contratado por Manuel de Capelastegui, canterano de Apatamonasterio, quien concluía la obra en 1775 con la colocación del giraldillo, una alegoría de la Fe, tallada por el montañés  Jerónimo de Argos.

Mide 8 pies de altura y es de cobre. Se realizó en una calderería de la calle Ascao.

Virgen de los Txikiteros

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Nombre: Virgen de los txikiteros

Autor: Yosu Meabe

Año: 2008

Ubicación: Calle de la Pelota

En el año 2008, el artista Yosu Meabe quiso crear una réplica de la clásica “Amatxu de Begoña”, adaptándola a la costumbre txikitera. Para ello, se basó en la original efigie del símbolo bilbaíno e hizo esculpir un clásico vaso de txikito en sus manos. Se trata de un símbolo que en los últimos años ha logrado cobre un gran protagonismo para los vecinos del Casco Viejo. La costumbre reza que, aquellos que lo deseen, pueden usar la hucha para depositar el dinero que sobre del famoso bote de las cuadrillas.

La escultura cuenta en su parte inferior con la «Hucha de los Tikiteros». Pues bien, los txikiteros donaban la calderilla que sobraba de pagar las rondas a los huérfanos de la Villa, más conocidos como «Los niños de la Casilla». Hoy en día, siguen depositando de manera anónima las monedas que sobran y la recaudación se dona anualmente a diversas instituciones benéficas de la capital vizcaína.

A su pies esta la

Estrella de Casco Viejo

Como en Indiana Jones y la última cruzada, “una x marca el lugar”, sólo que en Bilbao la “x” tiene forma de estrella. Este curioso símbolo está en la calle Carnicería Vieja, junto al Palacio Yohn, y sirve para marcar el único punto del Casco Viejo desde el que puede apreciarse la Iglesia de Begoña, tan importante en la cultura bilbaína.

Sagrado Corazón

De la colección «De Bilbao de toda la vida» de Tomás Ondarra y Jon Uriart


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Nombre: Monumento al Sagrado Corazón

Autor: Ángel Calahorra (figura) y Coullaut Valera (pedestal)

Año: 1927

Ubicación: Plaza del Sagrado Corazón

La escultura del Sagrado Corazón de Jesús en Bilbao se levanta en la confluencia de la calle Sabino Arana con la Gran Vía.

En el año 1900, el papa León XIII consagró el Sagrado Corazón de Jesús, repitiéndose en todo el mundo actos de homenaje y devoción. El 30 de mayo de 1919 se llevó a cabo uno de estos actos en el Cerro de los Sagrados Corazones, el llamado Cerro de los Ángeles, en las cercanías de Madrid, contando con la presencia del rey Alfonso XIII.

En Bilbao, en el año 1920, se realizó una donación anónima con el objetivo de erigir un monumento del Sagrado Corazón. Tras ello, se formó una junta ejecutiva cuya primera acción fue la apertura de una suscripción pública para conseguir fondos. El emplazamiento elegido fue la plaza de Bélgica, en la prolongación de la Gran Vía, y se solicitó autorización al Ayuntamiento. Éste dio su visto bueno siempre y cuando pasase su visto bueno y el terreno en el que se construyese quedase bajo propiedad municipal.

El proyecto se sacó a concurso internacional y contó como jurado con Juan Arancibia, alcalde de Bilbao y arquitecto, Ricardo Bastida, arquitecto municipal de la ciudad y comisario de Bellas Artes de Vizcaya, Marcelino Odriozola, también arquitecto municipal, Miguel Blay, escultor, entre otros. En junio de 1923 se dio a conocer el proyecto ganador, otorgándose al arquitecto Pedro Muguruza (1893-1956) y al escultor Lorenzo Coullat Valera (1876-1932).

La escultura, inaugurada el 26 de junio de 1927, se compone de un alto pedestal con relieves coronado por una estatua del Sagrado Corazón. El pedestal está formado por un plinto y un fuste de planta octogonal, con decoración de molduras, florones y relieves de bronce. La estatua es de grandes dimensiones y con la disposición típica del Corazón de Jesús: mostrando su corazón con la mano izquierda, mientras bendice con la mano derecha. Los relieves, de forma cuadrangular, son cuatro y representaban escenas de la Biblia: la Última Cena, la vida de la Virgen María, el Camino del Calvario y la Crucifixión.

Tienen unas dimensiones de 40 metros de altura y 21 metros de diámetro de superficie. La estatua es de 7 metros y está realizada en bronce sobredorado con oro de ley. El pedestal se realizó en piedra de Motrico y Escobedo.

En el año 1933, el grupo socialista municipal solicitó la retirada de la imagen por ser España un país laico, por el escaso apoyo que recibió la erección del monumento en tiempos de la Dictadura y porque había sido impulsado por la Compañía de Jesús, que en ese momento había sido expulsada del país. El Ayuntamiento aprobó la demolición del Ayuntamiento, con la oposición de los monárquicos y del PNV, aunque el acuerdo fue suspendido temporalmente por un recurso interpuesto ante los tribunales y nunca se llegó a aplicar. (Texto de Ana Prado en Bilbaopedia)

Dº Diego López de Haro

De la colección «de Bilbao de toda la vida» de Tomás Ondarra y Jon Uriarte

Figura Histórica

Está confirmado que, durante los siglos XII y XIII, Bilbao ya se configuraba como puerto comercial, rivalizando con Bermeo (Villa desde 1.236 y durante años el primer puerto del Señorío), a la que arrebataría su primacía en el comercio de Vizcaya.

Ya en el año 1.214, se dice que los naturales de Bilbao tuvieron cercado a don Lope Díaz de Haro II, llamado “Cabeza brava”, VI Señor de Vizcaya, de 1.214 a 1.236, como medida de presión para conseguir algunos privilegios. De lo que se deduce, una vez más, que varios lustros antes, ya se conocía con el nombre de Bilbao al paraje en el que se estableció la nueva población.

Desde el siglo XII el Señorío de Vizcaya correspondía a la casa de Haro, una de las principales familias del reino de Castilla. La rivalidad entre el rey de Castilla y el próspero linaje de los Haro, originó años de luchas que pusieron en juego la titularidad de este Señorío. El primer Señor de esta casa fue don Diego López de Haro I, quien ejerció como tal de 1.093 a 1.124.

También en esta casa de Haro se gestó el drama medieval en el que se entrecruzaban intereses de familia y enfrentamientos entre reyes y reinos. Tras morir asesinado don Lope Díaz de Haro III “el de Alfaro”, que fue VIII Señor de Vizcaya de 1.254 a 1.288, su hijo don Diego López de Haro IV, “el Joven”, pasó a ser el IX Señor de Vizcaya. Se alió con el rey de Aragón y prosiguió el enfrentamiento armado con don Sancho IV, “el Bravo”, rey de Castilla, que provocó tal asesinato.

Fue entonces cuando entró en liza don Diego López de Haro, “el Intruso”, tío del nuevo Señor de Vizcaya y hermano del Señor asesinado. Marchó a Aragón y participó, también, en las luchas contra don Sancho IV, ”el Bravo”, a quien hostigó con sus tropas, con incursiones por tierras castellanas.

Don Diego López de Haro IV, “el Joven”, murió por enfermedad y saltó el pleito dinástico. Su hermana, doña María Díaz de Haro, debía sucederle en la titularidad del Señorío de Vizcaya. Las circunstancias, sin embargo, le impidieron ejercer su derecho: su marido, el infante don Juan estaba en prisión, encarcelado por don Sancho IV “el Bravo”; sus castillos y fortalezas de allende el Ebro las había ocupado el rey de Castilla; sus caballeros estaban dispersos y las principales casas-fuerte de Vizcaya, las había sometido don Diego López de Salcedo, en nombre de Sancho IV.

Dada la debilidad militar y política de su sobrina, don Diego López de Haro, “el Intruso”, que tenía fuerzas armadas y protagonizaba la guerra contra el rey de Castilla, concibió la idea de hacerse con el Señorío de Vizcaya. Incluso intentó varias veces entrar personalmente en Vizcaya en 1.292, 1.293 y 1.294. No lo consiguió por la oposición de las tropas de Sancho IV ”el Bravo”.

Cuando murió éste, en 1.295, pudo, por fin, llegar a Vizcaya. Fue reconocido Señor y su hijo como heredero. Es decir, consiguió el título por su poder militar y no por derecho de herencia. Y en uno de sus virajes políticos, típicos de la Edad Media, se alió con la viuda de su antagonista, la nueva reina de Castilla, María de Molina, comprometiéndose a sostener los derechos del heredero Fernando IV, a quien llamarían “el Emplazado”, con cuya hermana, doña Violante, contrajo matrimonio.

Desde 1.295 hasta su muerte en 1.310, don Diego López de Haro, “el Intruso”, gobernó Vizcaya, no sin las protestas de su sobrina, que alegaba sus derechos dinásticos.

Este pleito entre tío y sobrina se arregló, por fin, en la Junta General que se celebró en la localidad de Arechabalagana en 1.307. Don Diego y su hijo declararon que habían llegado a un acuerdo con doña María. Reconocían que ésta era la heredera directa del Señorío, y convenían en que, al fallecimiento de don Diego, doña María Díaz de Haro asumiría la soberanía de Vizcaya, aunque don Diego seguiría como Señor. Se restablecía así la sucesión legítima.

Será el 15 de junio de 1.300, cuando don Diego López de Haro V, XII Señor de Vizcaya y que, como ya hemos dicho anteriormente, ejerció el Señorío entre 1.295 y 1.310, funda la Villa de Bilbao al expedir, en Valladolid, la Carta-Puebla

Don Diego fundó Bilbao para potenciar las posibilidades mercantiles del enclave del Nervión, poblado por marineros, pescadores, molineros, ferrones, campesinos y mineros.

La Escultura

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Nombre: Don Diego López de Haro

Autor: Mariano Benlliure

Año: 1890

Ubicación: Plaza Circular

En la rotonda de la plaza Circular se eleva una de las estatuas carismáticas de la ciudad, la de Don Diego López V de Haro, obra del escultor valenciano Mariano Benlluire y Gil. Benlliure realizó la obra en el año 1889 en la ciudad de Roma. Desde esta ciudad fue trasladada a Bilbao en 1890. El monumento consiste en una figura de Diego López de Haro de cuerpo entero, de casi cuatro metros de alto, y en el momento de la entrega de la Carta Puebla a la Villa de Bilbao, que se alza sobre una base circular de piedra arenisca que descansa sobre un plinto cuadrangular del que parte una columna tronco piramidal. Estas dos últimas piezas están labradas en mármol de Ereño. En la parte superior, y en sus cuatro lados, se encuentra el escudo de la villa hecho en bronce.

Hay otras escenas grabadas en placas en bronce, también obra de Benlliure, en las que se representan episodios de la vida de don Diego. Dos placas de bronce muestran actos bélicos, las otras dos son dos inscripciones que rezan: Don Diego López de Haro/Señor de Vizcaya/fundó la Villa de Bilbao/el año MCCC.

La escultura ha tenido cuatro emplazamientos diferentes dentro de la Villa. Así, el 31 de agosto de 1890, la estatua tuvo como primer emplazamiento la Plaza Nueva de Bilbao. Ésta se engalanó para su recibimiento, colocándose mástiles y guirnaldas de laurel para celebrar una gran fiesta.

De allí, y ante la necesidad de levantar un kiosko de música en la plaza, se trasladó en 1894 a la Plaza Circular, permaneciendo allí unos 25 años.

Se barajaron entonces tres posibles ubicaciones: en la plaza de Bélgica, el Arenal o la plaza de los Santos Juanes. Finalmente, se decidió llevarla a los Santos Juanes en 1919.

Pero no sería éste su última ubicación, el 2 de noviembre de 1938 el alcalde José Félix de Lequerica decidió que se volviese a ubicar la estatua en la plaza Circular, en el centro de la misma, y con la estatua de don Diego mirando hacia el Casco Viejo de la ciudad. (Texto de Ana Prado en Bilbopedia)

La Carta Puebla

De la colección «De Bilbao de toda la vida» de Tomás Ondarra y Jon Uriarte

Una Carta PueblaCarta de PoblaciónPrivilegio de Población (en latín, chartae populationis) es la denominación del documento por el cual los reyes cristianos, señores laicos y eclesiásticos de la península ibérica otorgaban una serie de privilegios a grupos poblacionales con el fin de obtener la repoblación de ciertas zonas de interés económico o estratégico durante la Reconquista. Constituyó la primera manifestación de derecho local aparecida durante dicho proceso.

Pues la nuestra, la de Bilbao data del 15 de junio de 1.300, cuando don Diego López de Haro V, XII Señor de Vizcaya y que, como ya hemos dicho anteriormente, ejerció el Señorío entre 1.295 y 1.310, funda la Villa de Bilbao al expedir, en Valladolid, la Carta-Puebla

«En el nombre de dios et de la vgen bien aventurada Sancta María. Sepan por esta carta quantos la vieren e oieren como yo Diego lopez de haro señor de vizcaia en uno con mio fijo don Lope diaz et con placer de todos los vizcaínos hago en Biluao de parte de Begoña nuevamente población e villa que dicen el puerto de Biluao». Así comienza la carta puebla que don Diego López de Haro firmó en Valladolid el 15 de junio de 1300. Con ella se fundó Bilbao. Aquel acto ejecutor del Señor de Vizcaya no sólo convirtió en villa una población que ya existía asentada y repartida en ambas márgenes de la ría del Nervión. La concesión de la carta puebla hizo que Bilbao se convirtiera en una población diferente a cuantas la rodeaban y que dejara de pertenecer a la «tierra llana». Muy posiblemente, esa distinción ya existiera debido a que las actividades productivas dominantes en aquel enclave poco o nada tenían que ver con las propias de las poblaciones del interior. Se puede afirmar que en la zona de asentamiento situada en la margen derecha predominaban las actividades pesqueras y hasta se daba cierto trasiego comercial animado en buena medida por el hecho de que la ría era ya entonces una puerta de entrada para peregrinos que hacían el Camino de Santiago. En la margen izquierda, por el contrario, parece ser que imperaron actividades relacionadas con la extracción del hierro.

La carta puebla otorgó, como norma jurídica, el conocido Fuero de Logroño, el cual establecía una serie de privilegios bastante interesantes al mismo tiempo que suponía regirse por un derecho civil distinto al del resto del Señorío. Algo que en la práctica suponía gozar de una amplia autonomía municipal, de un régimen judicial propio, por el cual los vecinos habrían de ser juzgados en la misma ciudad, y de una especie de código penal mucho más liviano que el vigente para la «tierra llana».

Y lo más importante: los residentes en la villa eran considerados hombres libres. «Et do ffranco a vos los pobladores de este lugar que seades francos e libres et quitos para siempre iamas vos et los que de vos vernan de todos los pechos et de todas vereas tanbien de ffosaderas et de emiendas&hellip» Una libertad que, a efectos prácticos e interesantes, se concretaba en el disfrute de un régimen impositivo distinto al del resto. Es decir, los bilbaínos quedaron exentos de muchos impuestos. Conscientes entonces de que sólo este conjunto de privilegios era razón suficiente para despertar envidias y odios varios, los beneficios jurídicos derivados del Fuero de Logroño permitían la construcción de una muralla defensiva, elemento de suma importancia en una época tan convulsa como aquélla.

Junto a la ventaja de poder gozar de autoridades propias –«Et que ayades vros alcalle et jurados et prevostre et escrivanos públicos et ssayon vros vecinos et no otro ninguno».-, la carta puebla estableció las condiciones sobre las que, con el paso del tiempo, Bilbao habría de convertirse en uno de los centro neurálgicos del comercio entre Castilla y en norte de Europa. «Et otrossi vos otorgo que en vro puerto de protugalete ni en la barra ni en toda la canal que non haya precio de nave ni de bagel que vengan o salgan del lugar cargados con sus mercaduras et mostrando recabdo que vienen a este villa de Bilvao o van della, et pagando las costumbres et los derechos del señor que no sean retenidos ni embargados por razón de precio». Dicho de otro modo. Las gentes de Bilbao podían usar la ría libremente, sin que nadie cobrara impuestos a los barcos que hacia ella se dirigiesen o que de ella saliesen. Evidentemente, un privilegio de estas características no hizo sino acentuar la tendencia de los pobladores hacia las actividades comerciales. Otra de la ventajas que redundaron también en la conversión de Bilbao en un centro mercantil puro fue la concesión de un mercado semanal: «Et do vos mas que ayades por mercado casa ssepmana el Martes».

Con el paso del tiempo y gracias a los enfrentamientos que hubo en el seno de la familia de los de Haro, Bilbao vio cómo su posición de dominio comercial se fortalecía de manera considerable. En 1310, María Díaz de Haro, sobrina de Don Diego y para quien la fundación de su tío no tenía validez alguna, refundó la villa e introdujo un privilegio que resultaría ser clave. Estableció que el camino que iba de Orduña a Bermeo, por el que circulaban importantes mercancías procedentes de Castilla, pasara obligatoriamente por Bilbao -exactamente por el puente de San Antón-, en vez de hacerlo por Echevarri. Esto, unido al dominio ya establecido sobre la ría, hizo de la villa bilbaína el lugar perfecto para la actividad comercial.

El documento fundacional de Don Diego terminaba a la manera de los de la época. Se confirmaba que todo cuanto se otorgaba era para siempre y se aseguraba que así sería por su parte y por la de todos sus descendientes. Y como colofón, cerraba el documento con un juramento hecho «a dios et a sancta maria» ante los que ofrecía en garantía «mi alma de vos guardar el mantener bien et lealmente en todos vros fueros et derechos que sobredichos son». Al mismo tiempo lanzaba un contundente aviso a quienquiera que se atreviese a menoscabar los privilegios otorgados. De lo contrario, «cualquiera que lo hiciese o contra ello actuase, caiga la ira de Dios y la de Santa María y la mía propia y que yazga con la maldición de Judas Iscariote dentro de los infiernos para siempre jamás». (Texto de Imanol Villa en El Correo)

Melpómene

De la colección «De Bilbao de toda la vida» de Tomás Ondarra y Jon Uriarte

En Bilbao tenemos una versión local de la Maja desnuda y vestida de Goya.

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Nombre: Melpóneme (Homenaje a Juan Crisóstomo Arriaga)

Autor: Francisco Durrio

Año: 1932

Ubicación: Parque de Dª Casilda (Museo Bellas Artes)

La escultura es un homenaje a Juan Crisóstomo Arriaga y está ubicada junto al Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Todo comenzó en el año 1905, año en el que ayuntamiento de Bilbao, y con motivo de la celebración del centenario del nacimiento de Juan Crisóstomo de Arriaga, llegó al acuerdo de realizar una escultura homenaje al compositor. El concurso fue ganado por el escultor bilbaíno Francisco Durrio (1868-1940) quien no finalizó la obra hasta 1932.

La espera culminó con la instalación de la escultura junto al Museo de Bellas Artes, descartándose la idea inicial de ubicarla en El Arenal. (Texto de Ana Prado en Bilbaopedia)

F. Durrio representa en bronce a Melpóneme, la musa de la música, abrazando con fuerza una lira entre sus brazos, y mirando al cielo en un gesto de dolor por el fallecimiento del joven músico. La estatua de la musa se eleva sobre una base de granito adornada con numerosos símbolos orientales. Esta base fue realizada por Valentín Dueñas, discípulo de Durrio. La obra, llena de dramatismo y belleza, fue enseguida sometida a una campaña de críticas por la desnudez de la figura y desmantelada en el año 1948. En 1975 se instaló de nuevo junto al Museo, restaurándose en 1999.

Y a Melpómene retirada, Melpómene puesta

De la colección «De Bilbao de toda la vida» de Tomás Ondarra y Jon Uriarte

Nombre: Melpómene

Autor:  Enrique Barros

Año: 1948

Ubicación: Paseo de Uribitarte

La obra se hizo para sustituir a una alegoría desnuda que escandalizó a la sociedad de posguerra. Es obra de Enrique Barros y es del año 1948. Desde 1948 hasta 1975 estuvo sobre el pedestal dispuesto por Paco Durrio para homenajear al músico Juan Crisóstomo de Arriaga.

Después ha pasado por distintos sitios, junto al estanque del parque de doña Casilda o en los jardines de la Casilla hasta 1985. Desde el año 2000 está en el paseo de Uribitarte.

El Tigre

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Nombre: Tigre

Autor: Joaquín Lucarini

Año: 1943

Ubicación: Calle Botica Vieja

La escultura del Tigre de Lucarini o de Deusto, también conocida como la Leona de Deusto, se alza sobre el tejado de un antiguo edificio industrial en la Ribera de Deusto. Es obra del escultor Joaquín Lucarini Macazaga (1905-1969) y fue realizada en 1943.

El edificio en el que se encuentra fue diseñado por el arquitecto bermeano Pedro Ispizua (1895-1976) por encargo del industrial Jesús Muñoz Mendizábal para albergar una fábrica de correas. Esta fábrica de correas se construyó en el año 1940 en la zona de Botica Vieja de Deusto. Se cuenta que Muñoz Mendizábal, que era dueño de fábricas de curtidos y correas, encargó crear este tigre como contestación a sus desencuentros con la burguesía local, aunque también se dice que el tigre era solamente el emblema y reclamo publicitario de la empresa.

El edificio, en forma de L y estilo racionalista, consta de cinco pisos, bajo y cubierta aterrazada con un mirador cilíndrico sobre el que se ubica la escultura del tigre de hormigón. Este mirador es una especie de templete formado por una torreta porticada con columnas que remata la esquina de la L, y que sirve como pedestal para esta impresionante escultura. Sus dimensiones, tiene unos nueve metros, su estilo realista y el aspecto imponente y dramático la convierten en una de las esculturas más llamativas y carismáticas de Bilbao.

El edificio ha sido restaurado y rehabilitado en los últimos años reconvirtiéndose en bloque de viviendas. (Texto de Ana Prado en Bilbaopedia)

Puppy

De la colección «De Bilbao de toda la vida» de Tomás Ondarra y Jon Uriarte

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Nombre: Puppy

Autor: Jeff Koons

Año: 1992

Ubicación: Museo Guggenheim

Pero nuestro Puppy no es monocorde sino que nos sorprende con cambios de piel que le dotan de distintas expresiones

Puppy: Koons aúna pasado y presente, pues emplea un sofisticado modelo de ordenador para crear una obra que hace referencia a un jardín clásico europeo del siglo XVIII. El West Highland terrier gigante completamente cubierto de plantas en flor emplea la iconografía más edulcorada —flores y perritos— en un monumento al sentimentalismo. Su imponente tamaño, firmemente contenido y, al mismo tiempo, aparentemente descontrolado (todavía creciendo, en sentido literal y figurado), y la yuxtaposición de referencias elitistas y de la cultura popular (el arte de esculpir arbustos y la cría de perros, cerámica decorativa y tarjetas con mensajes de buenos deseos) se pueden interpretar como una analogía de la cultura contemporánea. Koons ha diseñado esta escultura pública con la irrevocable finalidad de atraer, suscitar optimismo e infundir, en sus propias palabras, “confianza y seguridad”. Puppy, majestuoso y robusto al tiempo que hace guardia a las puertas del Museo, llena a los espectadores de admiración y de alegría

Desde que fue instalado en 1997, un perro guardián conocido como Puppy custodia las puertas del Museo Guggenheim de Bilbao con un manto cambiante de decenas de miles de flores. Siempre alerta, este West Highland White Terrier, un pequeño perro escocés de pelo blanco de 12,4 metros de altura y cerca de 16 toneladas de peso, recibe a los visitantes desde hace casi dos décadas.

No importa que llueva o haga sol, o que el invierno dé paso a su capa de pensamientos (la flor, no la facultad de razonar); o que no haya nadie de madrugada para hacerle fotos. Él espera paciente a las puertas de la cultura a que alguien se acerque para sacarse una fotografía a su lado. Los turistas de la ciudad y del museo no lo dudan, y corren hacia la estatua –que en su origen fue confundido con un gato– para sacarse un selfie.

Este tipo de fotografía es más fácil que tratar de capturar su envergadura completa, aunque a menudo se observa cómo los turistas retroceden varios pasos para buscar el encuadre perfecto. Otros se acercan a su base y tocan su pelo cubierto de pétalos de flores, ya que Puppy no tiene ningún cerco que le proteja del cariño de los visitantes, que es enorme.

El perro diseñado por Jeff Koons, no representa a ningún perro real, pero podría ser el espejo de cualquiera de nuestros amigos caninos. Cabeza alta, mirada al frente, siempre sentado a la espera de algo de atención, quizá aguardando la siguiente orden…

Pero desde que Puppy fue plantado (literalmente) en el espacio que hoy ocupa de la plaza Txema Aguirre, no se ha movido del lugar. Siempre atento a cómo la sociedad vasca daba el salto de un Bilbao de acero a uno basado en servicios.

Este monumental West Highland terrier floral se instala en 1992, de manera temporal, en el patio del castillo barroco de Waldeck, ubicado en la ciudad alemana de Bad Arolsen, próxima a Kassel, donde se estaba celebrando la Documenta IX.

La primera versión, que medía 11 metros, se realiza en madera y se desmantela al final del proyecto.

Jeff Koons crea una versión con estructura de acero, que es adquirida en 1997 para la Colección del Museo Guggenheim Bilbao y se emplaza de manera definitiva ante el edificio de Frank Gehry.

El fenómeno de la floración es clave, pues implica un crecimiento desigual que hace de la obra algo vivo, que remite al poder de la vida, incluyendo su dimensión espiritual. (Texto del museo Guggenheim)