Museo de Bellas Artes

EDIFICIO ANTIGUO (1945)

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AMPLIACIÓN MODERNA (1970)

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LA PLAZA ARRIAGA (la fusión de los 2 estilos)

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El origen del actual museo se sitúa en el primer Museo de Bellas Artes, fundado en 1908 y que abrió sus puertas en 1914, y en el de Arte Moderno, inaugurado en 1924. Ambas instituciones y sus respectivas colecciones se unieron efectivamente en 1945, año en que se levantó el edificio antiguo. En 1970 se añadió el edificio moderno, y en 2001 una importante reforma acabó por dar al museo su fisonomía actual.

Ya en los inicios se manifestaron algunas de las características de la pinacoteca que aún hoy en día continúan vigentes, como el estrecho vínculo entre las instituciones públicas y la sociedad, coincidentes en la voluntad de convertir Bilbao en un referente cultural. Las importantes donaciones y legados que, por parte de las instituciones y de particulares, recibió el museo en sus primeros años de actividad determinaron las futuras líneas de crecimiento de la colección.

Otra característica del museo es su voluntad de contemporaneidad que, en esos primeros momentos, respondía a las inquietudes de la comunidad artística. Esta apuesta por la actualidad se materializó diez años después en la creación de un nuevo museo dedicado al arte moderno y contemporáneo. Así, el Museo de Arte Moderno, situado en unas dependencias de la Diputación, abrió sus puertas en 1924 y fue dirigido por el pintor Aurelio Arteta.

Poco después de concluida la Guerra Civil se decidió la construcción de un nuevo edificio que albergara las colecciones de ambos museos reunidas en una misma institución que, durante años, se denominó Museo de Bellas Artes y de Arte Moderno de Bilbao.

El nuevo edificio, de estilo neoclásico, se construyó en el Ensanche moderno de la ciudad, según el proyecto de los arquitectos Fernando Urrutia y Gonzalo Cárdenas. El actual Museo de Bellas Artes de Bilbao se inauguró en 1945. La dirección estuvo a cargo de Manuel Losada hasta 1949, Crisanto de Lasterra hasta 1973 y Javier de Bengoechea hasta 1982.

Sin embargo, este primer espacio pronto resultó insuficiente, por lo que, a principios de la década de los sesenta, se decidió encargar su ampliación a los arquitectos Álvaro Líbano y Ricardo Beascoa, que realizaron una obra innovadora que recoge el influjo del movimiento moderno y, más concretamente, de la arquitectura de Mies van der Rohe. Las obras concluyeron en 1970 aunque, diez años más tarde y bajo la dirección de Jorge de Barandiarán, se habilitaron nuevos espacios y servicios en los sótanos del edificio. En 1991 el Gobierno Vasco entró a formar parte del museo, sumándose al Ayuntamiento de Bilbao y a la Diputación Foral de Bizkaia.

En 1996, y bajo la dirección de Miguel Zugaza, se convocó un concurso para la adjudicación de un plan de reforma y ampliación del museo, con el objetivo de modernizar instalaciones y servicios. Ese mismo año se constituyó un jurado, en el que participaron, entre otros, los arquitectos Rafael Moneo, Norman Foster y Álvaro Líbano, para valorar los diecinueve anteproyectos presentados al concurso. Tras el examen de las propuestas, se encargó la ejecución al equipo encabezado por Luis Uriarte y compuesto por Borja Arana, José Ramón Foraster y Borja Pagazaurtundua.

El programa de necesidades propuso mejorar la comunicación horizontal y vertical entre los dos edificios que integran el museo mediante un nuevo nexo de unión y una nueva galería. También, liberar una serie de espacios para reunir y optimizar los servicios (recepción, cafetería, restaurante, tienda-librería, biblioteca, departamento didáctico y auditorio) y ampliar los espacios expositivos. De igual manera, se contempló la conveniencia de un cambio en el acceso al museo, integrándolo en el eje que une el centro de la ciudad con Abandoibarra. Por último, se aconsejó la reforma y traslado de las oficinas, así como la climatización del edificio antiguo. El conjunto de estas obras supuso una ampliación aproximada de la superficie de 6.450 m2 y una intervención sobre 14.250 m2. La inversión global fue de 15 millones de euros, financiados por las instituciones que forman parte del museo: Gobierno Vasco, Diputación Foral de Bizkaia y Ayuntamiento de Bilbao. Tras la conclusión de las obras de reforma y ampliación, el museo reinauguró sus instalaciones el 10 de noviembre del 2001.

En su exterior se pude disfrutar de múltiples obras artísticas como

Lugar de encuentro IV de Eduardo Chillida

Conexiones de Miquel Navarro

Ignacio Zuluaga de Julio Beobide

Eva y Risveglio de Nemesio Mogrovejo

Fanal de Juan Luis Moraza

Ikusmira de Juan Ramón Anda (Ha desaparecido))

Melpóneme de Francisco Durrio

En esta imagen cenital se aprecia claramente la parte antigua y la moderna ampliación

Captura
Imagen de Google
bellas artes

Actualmente el Museo está pendiente de la nueva ampliación

La propuesta realizada por Norman Foster junto a Luis María Uriarte ha resultado ganadora del concurso para renovar el Museo de Bellas Artes de Bilbao, que buscaba reformar 2.250 metros cuadrados de su actual superficie construida y ampliar las instalaciones con, al menos, 5.140 metros cuadrados de nueva construcción, respetando los dos edificios existentes.

El equipo seleccionado se ha impuesto a los otros cinco finalistas: Nieto Sobejano Arquitectos; Rafael Moneo; BIG, AZAB y Proskene; Snøhetta y Foraster Arquitectos; y SANAA Jimusho e Iñaki Aurrekoetxea & Bazkideak.

Presidido por el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza, el jurado —entre cuyos miembros se encontraban Matxalen Acasuso, Zuriñe Antoñana, Luis Fernández-Galiano, Miren Lorea Bilbao, Gorka Martínez, José Ángel María Muñoz, Mikel Ocio y Patricia Urquiola— ha designado por unanimidad el proyecto ganador entre las propuestas presentadas de forma anónima y bajo un lema.

Denominado ‘Agravitas’, el diseño vencedor busca recuperar el protagonismo del edificio de 1945 al restablecer el acceso principal donde estuvo originalmente. Dotando con una nueva identidad al conjunto, se proyecta de forma respetuosa sobre las instalaciones existentes una galería expositiva diáfana y flexible, con 2.000 metros cuadrados distribuidos en una sola planta. Bajo esta pieza estriada, sostenida por un reducido número de apoyos, se sitúa el nuevo eje vertebrador del museo, la plaza Arriaga, iluminada por la luz natural que accede desde el óculo que atraviesa la nueva galería. El sistema de construcción en seco permitirá agilizar la ejecución de la ampliación y la reforma, cuyo presupuesto máximo estimado es de 18.658.200 euros (IVA incluido).

Maqueta del proyecto
Fotomontaje de como resultará

Guggenheim

De la colección «De Bilbao de toda la vida» de Tomás Ondarra y Jon Uriarte

El Museo Guggenheim Bilbao es un Museo de arte contemporáneo localizado en Bilbao. Se trata de uno de los varios museos de la Fundación Solomon R. Guggenheim.

El museo fue abierto en 1997 como parte de un esfuerzo de revitalización de la ciudad de Bilbao y la provincia de Vizcaya llevada a cabo por las administraciones públicas del País Vasco. Casi desde su apertura el museo se convirtió en una importante atracción turística atrayendo visitantes de numerosos países y constituyendo el símbolo más importante de la ciudad de Bilbao.

Arquitectura

Diseñado por el gabinete de arquitectos de Frank Gehry, fue abierto al público en 1997 y alberga exposiciones de arte de obras pertenecientes a la fundación Guggenheim y exposiciones itinerantes. Muy pronto el edificio se reveló como uno de los más espectaculares edificios deconstructivistas. El diseño del museo y su construcción siguen el estilo y métodos de Frank Gehry. Como muchos de sus trabajos anteriores la estructura principal está radicalmente esculpida siguiendo contornos casi orgánicos. El museo afirma no contener una sola superficie plana en toda su estructura. Parte del edificio es cruzado por un puente elevado y el exterior está recubierto por placas de titanio y por una piedra caliza que fue muy difícil de encontrar (al final se logró encontrar en Andalucía) igual a la que se utilizó para construir la Universidad de Deusto.

El edificio visto desde el río aparenta tener la forma de un barco rindiendo homenaje a la ciudad portuaria en la que se inscribe. Sus paneles brillantes se asemejan a las escamas de un pez recordándonos las influencias de formas orgánicas presentes en muchos de los trabajos de Gehry. Visto desde arriba, sin embargo, el edificio posee la forma de una flor. Para su diseño el equipo de Gehry utilizó intensamente simulaciones por ordenador de las estructuras necesarias para mantener el edificio, consiguiendo unas formas que hubieran sido imposibles de realizar unas pocas décadas antes.

Proyecto

La Fundación Guggenheim es poseedora de una gran colección de arte y del Museo Guggenheim de Nueva York. Thomas Krens es el director de esta organización, y dirigió una política de expansión basada en mandar fondos itinerantes con el fin de hacer exposiciones temporales en diferentes lugares. También quiso establecer dos centros de arte en Europa, por lo que eligió dos ciudades: Berlín (Alemania) y Bilbao. Para esta última, quiso rehabilitar un antiguo museo de arte para albergar ahí la sucursal de su fundación. Solicitó los servicios de Frank Gehry por la calidad que demostró en el Museo Temporal de Arte Contemporáneo. Este arquitecto era entonces considerado un experto en rehabilitaciones. Se organizó, por motivos exclusivamente legales, un concurso en 1990 que duró diez días. En él participaron Isozaki, los de Coop Himmelb(l)au, y Gehry. Evidentemente, este último arquitecto lo ganó y fue entonces cuando decidió no hacer la rehabilitación pretendida por la Fundación Guggenheim.

Gehry prefirió diseñar un nuevo edificio y eligió su emplazamiento. Se situaría al norte del centro urbano, junto a la ría de Bilbao. Escogió este preciso lugar porque el museo podría ser visto desde tres lugares estratégicos de la ciudad. El 18 de octubre de 1997 se celebró la gala de inauguración.

Diseño del edificio

Frank Gehry recibió el pedido de este museo poco después de que su proyecto del Auditorio Walt Disney fuera cancelado cuando aún solo era una idea. Este hecho hizo que inspirase el Museo Guggenheim en su auditorio ideado, compartiendo ambos proyectos un planteamiento muy similar. Las formas blandas presentes en el museo comienzan con el Museo de Vitra y evolucionaron en otras obras. Gehry realizó docenas de maquetas donde fue aprobando las posibles formas del edificio. Todas ellas están hechas a mano, y desde julio de 1995 se exponen en la exposición “Peggy Guggenheim”, situada en un palacete de Venecia. Gehry no trabajó con ordenador, pero sí su equipo, cuyos miembros digitalizaron las maquetas de su jefe mediante un programa informático de la Agencia Espacial Europea. La adaptación a la arquitectura de este programa conllevó enormes gastos, los cuales fueron afrontados por la Fundación Guggenheim.

Formas exteriores

Las formas del edificio no tienen ninguna razón geométrica ni se rigen por ninguna ley. Son figuras sin geometrías precisas y se acercan a la escultura. Fueron determinadas mediante maquetas y el museo es fundamentalmente una carcasa. El diseño del edificio está hecho con el gusto personal del arquitecto y en contra de las formas geométricas que sustentan razones científicas defendidas por Le Corbusier. La Gran Sala, también llamada la del Pez, se extiende hacia el este hasta acercarse con un puente que atraviesa la ría de Bilbao, estructura que ya atravesaba el solar antes de la construcción del museo y a la que éste hubo de adaptarse. Tras éste hay una torre que parece ser la continuación del museo y tiene el lado que mira al puente sin revestimiento. Tiene en su interior una gran estructura de barras metálicas inclinadas que recuerdan a las de Coop Himmelb(l)au.

El museo visto desde el este se ve más ingrávido que desde otros lugares, y se pueden observar extraños paralelogramos curvos y torcidos que conforman la sala del pez. Por lo general, las ventanas del edificio tienen formas más racionales. Gehry es el “rey” del Contrapunto. Este término viene de otras artes, como la música, y consiste en contrastar cosas muy diferentes colocándolas juntas en el caso de la arquitectura. Este efecto, como en casi todas sus obras, lo consigue en el Museo Guggenheim de Bilbao ya que coloca una serie de bloques con formas rectas y racionales en la zona sur, la que mira al centro urbano de Bilbao. Las formas de estos edificios contrastan espectacularmente con los diseños curvos y libres de la parte más famosa del museo. Las fachadas de los bloques rectos no son metálicas, y sus ventanas son rectangulares. Hay fachadas moradas y otras con chapado de piedra de color crema.

Tras estos bloques hay una pequeña plaza que conduce a la entrada principal del edificio, y en este espacio abierto hay una gran escultura de un perro que en principio se proyectó para que sea temporal. Finalmente se decidió que fuese permanente, está cubierto por flores y se llama Puppy. Desde esta plaza el edificio se ve más grávido y estable que desde el este. Desde esta orientación, a la izquierda del museo hay unas escaleras exteriores que descienden a una pasarela que transcurre paralelamente a la cara norte del edificio y entre la Ría de Bilbao y un estanque. Según se baja por dichas escaleras se pueden observar salientes en los bloques rectos y paredes curvas.

Interior

El interior del museo es menos complicado que el exterior pero también tiene elementos curvos. Aunque en general el interior es muy diáfano, se pueden distinguir tres plantas. La entrada principal del museo está al final de unas escaleras exteriores que comienzan en la plaza antes descrita y bajan hasta el nivel de la planta baja. Sobre las puertas de la entrada hay una pared acristalada que no cubre nada. Hay una parte de la planta baja que es sótano y que está cerrada al público. Desde la entrada se accede directamente al hall, una enorme habitación de 50 metros de altura con una planta en forma de flor. Da acceso a la Gran Sala, a las que tiene forma de pétalo, a las que son rectangulares y a la terraza de la marquesina que está en la cara norte. Esta marquesina tiene un solo pilar muy alto que da esbeltez a la estructura. Bajo el grueso techo de la misma hay una estructura metálica que lo sujeta.

En el centro del hall hay un enorme pilar y una gran escultura en forma de palmera. Además, hay ascensores, pasarelas y escaleras que comunican con las plantas superiores. Las formas interiores del hall no siguen las formas geométricas y tiene partes recubiertas de piedra y otras acristaladas. La sala más grande del museo es la Gran Sala, conocida también por el nombre de la sala del pez, por su forma exterior. Es muy alargada y alberga obras artísticas de enorme tamaño, algunas de las cuales son temporales y otras permanentes. Hay salas con la planta en forma de pétalo. A éstas se accede desde el hall, al igual que la Gran Sala. En uno de los bloques de formas rectas hay una serie de salas de planta rectangular dispuestas en filade, es decir, una colocada detrás de otra sin pasillo que las comunique. En cada planta hay tres salas y para acceder a la última es necesario atravesar las dos primeras. Casi todas las salas del museo tienen lucernarios que dan una luz cenital muy interesante.

Estructura

CATIA es el nombre del programa informático que permite fabricar cualquier forma en la arquitectura. En el diseño del Guggenheim se usó y fue la primera vez que los planos para fabricar un edificio estaban en un medio digital. Las máquinas que hacen estas formas trabajan con la información digital. Desde entonces, la manera de generar formas en la arquitectura cambia. CATIA hizo los dibujos de estructuras y volúmenes del museo, aunque estos últimos los diseñó previamente Gehry mediante maquetas.

El edificio está construido con muros y techos de carga, los cuales tienen una estructura interna de barras metálicas que forman cuadrículas con triangulaciones. Este sistema estructural hizo que casi no se usaran pilares y vigas, el cual contradice toda la evolución del siglo XX en este aspecto. Las formas del museo no podrían haberse conseguido de no haber usado muros y techos portantes. La idea de carcasa toma cierto interés por su continuidad. CATIA determinó el número de barras necesarias en cada lugar, así como su disposición y orientación. Además de esta estructura, los muros y techos tienen varias capas aislantes y un revestimiento exterior de titanio.

Revestimiento de fachadas y cubiertas

Frank Gehry, para escoger el revestimiento del Museo Guggenheim de Bilbao, se fijó en las plumas y escamas de muchos animales. Observó sus fijaciones y la posibilidad de movimiento que dan. Le interesa mucho los animales y los sistemas que usa la naturaleza para cubrir superficies curvas, similares a las del museo. Decidió usar ”escamas” rígidas de manera que montasen unas encima de otras. La diferencia entre el revestimiento usado y la piel de los animales es que la de estos últimos está adaptada al movimiento mientras que la del edificio no, por lo que ambos sistemas de cubrimiento no son los mismos.

Gehry quiso desde el primer momento en que estas piezas fuesen metálicas. Barajó varias posibilidades que admitían el uso de varios materiales. Decidió no usar acero inoxidable porque decía que no correspondía con el cielo de Bilbao. También descartó la posibilidad de usar cobre y otros metales. Finalmente se decantó por hacer las piezas de titanio, un metal bastante caro que contrasta con los materiales económicos usados en sus primeras obras. La aleación definitiva es de cinc y titanio, existiendo una proporción mucho mayor del segundo metal. Se trata de una chapa cuyo espesor es de un tercio de milímetro y resulta muy manejable. Al ser tan fino, se adapta perfectamente a la curva descrita por el edificio.

Cada pieza tiene una forma única y exclusiva al lugar que ocupa. La forma precisa de cada chapa fue determinada por el CATIA. Cada pieza está ligeramente almohadillada para que se adapte perfectamente a su lugar. A este efecto se le conoce con el término boatiné. Hay zonas en las fachadas con remiendos, es decir, conjuntos de chapas con diferentes colores, debido a las ligeras variaciones de la aleación metálica que hay en cada pieza. Hay chorretones en algunas fachadas, especialmente las que dan al norte. Se producen por la reacción química entre las chapas, la humedad ambiental y los ganchos que sujetan las piezas, que no son de titanio. En dicha reacción se crean pares galvánicos, los cuales se ven como chorretones muy poco estéticos. (Texto de Urbipedia)