Polvorón Felipe II

La historia del Polvorón Felipe II es toda una historia de decepción,. Por una parte fue un polvorón bilbaino pero ya no lo es y por otra, toda la historia sobre sus orígenes parece más fruto de un deseo y una historia bonita que de la realidad.

Tradición

Dice la tradición que el mantecado FELIPE II, no tiene este nombre por una arbitraria decisión comercial. El origen de esta joya del arte de la confitería española, se remonta posiblemente al siglo XVI durante la vida del rey más famoso de Las Españas y que existen referencias literarias y tradiciones que muy probablemente recogen que este mantecado era el suculento manjar que ofreció en señalada ocasión el Conde de Benavente a su Señor Don Felipe II, y a su augusta esposa Isabel de Valois. Pero la realidad, según Ana Vega, es que estos polvorones nada tienen que ver con el rey Felipe, me temo, ya que no hay prueba de dulces similares hasta el siglo XVIII. Pero qué más da, si su verdadera historia nada tiene que envidiar a ningún monarca.

Orígenes

Los mantecados Felipe II se hacían antiguamente en Bilbao y que de la capital vizcaína pasó la receta y la marca a la señora Blancanieves Tejedor, que es quien los sigue haciendo en una fábrica de Gasteiz y quien preservó este tesoro culinario cuando nadie en Bilbao parecía interesado en continuar la tradición. Pero ¡ah! lo que muchos ignorarán es que tanto el nombre de estos míticos mantecados como el secreto de su elaboración se los debemos a un sevillano. No podía ser de otra forma, ya que fue en Estepa (Sevilla) donde comenzó la gran historia de los polvorones como postre navideño por antonomasia.

En diciembre del año 1900 Juan Álvarez Fernández, un confitero establecido en la calle Butrón de Sevilla, solicitó una marca de fábrica para distinguir sus mantecados: un círculo con el retrato del rey Felipe II rodeado de las palabras «exquisitos mantecados Escorial» y «Juan Álvarez – Sevilla».

Esta imagen debía de ir en las cajas, cartuchos y papel de envolver de los productos impresa «en tinta color grana», igual que los vitorianos Felipe II de hoy en día.

Poco más sabemos de nuestro amigo sevillano aparte de que hacía muy buenos mantecados y que en 1903 ganó efectivamente un diploma y una medalla en la categoría de confitería de la Exposición Internacional Villa de Madrid, celebrada en el Retiro entre mayo y junio de ese año.

Tan famosos debían de ser sus dulces que en 1911 y ante la gran demanda cedió el derecho de usar su marca a dos fabricantes. Poco después, en 1918, se inscribe oficialmente a Fidel Díez Pérez como depositario de la marca «para explotarla en las provincias de Álava, Vizcaya, Guipúzcoa, Navarra, Logroño, Soria, Segovia, Valladolid, Palencia, Burgos, Santander, Oviedo, Lugo, Coruña, Pontevedra y Orense».

Fidel Díez era un pastelero bilbaíno que había comenzado en Iralabarri en 1909 y poco después había puesto un ultramarinos con obrador en la calle Rodríguez Arias 9. Más o menos por la misma fecha en la que consiguió los derechos del célebre polvorón se trasladó a Hurtado de Amézaga 36, lugar en el que se elaboraron los «exquisitos mantecados Regente y Escorial» hasta los años 90. Varias generaciones de bilbaínos recordarán a sus hijos José y Fidel tras el mostrador vendiendo año tras año los benditos mantecados. Ellos mismos supervisaron la primera producción trasladada a tierras alavesas, así que pueden ustedes dar por seguro que los Felipe II siguen haciéndose igual

Actualmente se siguen produciendo en Gazteiz por la Confitería Blancanieves Tejedor con una calidad extraordinaria que ha sido merecedora de numerosos premios internacionales. (Texto de Ana Vega en El Correo)

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