Cestería Alonso

De la Cestería Alonso hay que destacar 2 aspectos: 1) Es la única cestería que queda en Bilbao 2) El negocio funciona desde 1900

Motivos suficientes para dedicarles una entrada en este blog

Cestería Alonso aguanta al pie del cañón desde hace 120 años en Belostikale, en el Casco Viejo bilbaíno. Poniendo a prueba los mimbres de su resistencia ante los nuevos usos y costumbres de los consumidores, y la competencia feroz de grandes colosos como Ikea o los omnipresentes bazares chinos.

Desde que en 1900 abriera sus puertas el negocio ha cambiado varias veces de ubicación. Pero sólo de número: jamás ha salido de Belostikale. Y allí sigue, con los hermanos Ferarios (Itxaso y Aitor) al frente. Son los encargados de mantener vivo un comercio en el que su padre entró a trabajar como recadista cuando sólo tenía 13 años. «Entonces la tienda estaba en el número 22. Posteriormente se trasladaron al número 16. Empezó a trabajar entonces de dependiente, y con los años se acabó quedando con el negocio», rememora Itxaso.

Cuando al padre le llegó la hora de jubilarse traspasó a los hijos las riendas de la tienda, que pasó a su actual ubicación, Belostikale 15. Hace ya 30 años de aquello, y pocas cosas son igual que entonces en el negocio de la cestería. Itxaso recuerda los tiempos en que los pedidos llegaban por docenas y triunfaban las habitaciones de caña, con sus cabeceros de cama, los armarios roperos, los escritorios de junco, el sinfonier… «Ahora todo eso lo servimos de vez en cuando en catálogo, pero ya no lo tenemos en la tienda porque la gente ya no lo pide», dice Itxaso.

Dos han sido los puntos que han marcado la inflexión -a la baja, se entiende- en la marcha del negocio. « La llegada del euro y la crisis. Se ha notado mucho. Lo que antes vendíamos en grandes cantidades de pedidos, ahora lo encargamos con cuentagotas», explica la comerciante. La clientela sigue siendo variada, de todas las edades, y llega «lo mismo desde los pueblos que de Bilbao». Pero el producto más demandado ahora es «el mueble auxiliar de madera sencilla, y de importación». Entre los artículos más tradicionales del sector también tienen relativo éxito «los cestos de ropa, las sillas de costura, los costureros, baúles….». Y por encima de ellos las cestas: las de castaño, demandadas por otros comercios como panaderías. «Y también para recoger setas. Eso cuando es la época, claro…».

Los proveedores tampoco son los mismos que hace 40 o 50 años. Ya no hay apenas gente que se dedique al minucioso oficio de tejer cestos, sillas u otro tipo de muebles a partir de mimbre, junco o castaño. Y en Bizkaia apenas queda la referencia de Bea Unzueta, heredera de una estirpe que tuvo en su padre Juan a uno de sus grandes maestros. «Antes teníamos un cestero en Bilbao, pero ya murió». aclara Itxaso. Así que el producto llega desde fuera de Euskadi. «Pese a que el producto de castaño es típico de aquí, viene sobre todo de Salamanca y Valencia», añade.

Precisamente los artículos confeccionados a partir del castaño son los que otorgan a las cesterías de toda la vida un cierto pedigrí, un factor diferencial «más caro, pero también de mayor calidad» frente a la oferta de comercios no especializados como Ikea o los bazares chinos. «Esa competencia la hemos notado un montón, porque la gente mira el dinero», reconoce Itxaso.

Pese a la presión del entorno para que amplíe el espectro de venta a través de internet, los hermanos Ferarios siguen apostando en la visita real, esa que permite ver, tocar, sentir y oler el producto. «Yo a mi proveedor sí le compro por internet, porque conozco de sobra cómo trabaja. Pero la gente sigue viniendo a la tienda». Como cada día, desde hace 120 años (Texto de Jorge Murcia en «El Correo»)

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