Turrón Sokonusko

De la colección “De Bilbao de toda la vida” de Tomás Ondarra y Jon Uriarte

Allá por el siglo XVII, el aventurero Íñigo Urrutia traía a Bilbao cacao desde las lejanas tierras de Chiapas, en concreto desde Santa Ana de Soconusco. Fue aquel cacao el primero en llegar a Vizcaya y probablemente a la cornisa cantábrica. Efectivamente, fueron los Mayas quienes comenzaron a cultivarlo hace más de 2500 años. Para ellos significaba longevidad y virilidad. Además, lo utilizaban como energizante y su manteca curaba las heridas.

En 1524, el propio Hernán Cortés envió el primer cargamento de cacao a España. Pero el ocultismo en torno a cacao y su fórmula para beberlo líquido tal cual hacían los Mayas perduró durante más de un siglo hasta su lenta expansión por el resto de Europa. Por ello, no es de extrañar que el cacao que Urrutia trajera desde la costa Maya fuera todo un descubrimiento para los paladares vascos, y tampoco que la palabra sokonusko fuera desde entonces asociada al chocolate con el que se comenzarían a hacer dulces. La primera receta del sokonusko tal cual hoy lo conocemos parece ser de 1881, pero no tiene propietario conocido, ni su patente se encuentra registrada.

Algunos dicen que aquella receta procedía de la propia familia de Urrutia, a quienes el aventurero también les dijo cómo bebían en Chiapas el cacao. La receta de 1881 dice que se trata de varias capas de praliné blanco, almendras, azúcar, manteca de cacao y cobertura de leche. Por encima, una capa de chocolate tostado con almendras, manteca y leche condensada y por último, otras dos capas con cobertura de chocolate rebajado en un 50% que se forra con una mezcla de trufa”.

Hoy en día ni en Soconusco ni en todo Chiapas existe tal receta.

El sokonusko puede presumir de ser una de las maravillas bilbaínas, pues solo los mejores obradores lo elaboran y de forma totalmente artesanal. (Texto de Carla Royo Villanova)

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