Iglesia de San Antón

Completa, San Antón, la trilogía de edificios emblemáticos que encarnan, de una manera más precisa y popular, el carácter arquitectónico de la vieja Villa.

San Antón no nació con la Villa. Tardó un poco más en aparecer en el contexto urbano del primer Bilbao, pero su fuerza plástica y evocadora, como navío permanentemente varado junto a «la puente» le han hecho, realmente, emblema, escudo de Bilbao.

Así pues, de tiempo inmemorial, la enseña de Bilbao son la iglesia de San Antón y el Puente. Más aún que la primitiva Iglesia de Santiago, la imagen de ambas obras conlleva la referencia a la existencia y el recuerdo iniciático del bilbainismo.

Como con tantas cosas de Bilbao, la historia ha jugado con sus datos. Incluso cuando esta relación de los hechos ha contado con personajes indiscutibles e indiscutidos como Delmás. Es el caso de este monumento.

Llama la atención el ver, en el plano, editado por el impresor, como aparece, en 1442, el castillo a píe de puente, cuando en 1433 se había, ya, construido la iglesia de San Antón, la segunda parroquia de nuestro casco histórico.

En cualquier caso, San Antón se levantó en el lugar en que, primitivamente, existió un castillo que protegía y controlaba el acceso al puente por el lado de la Villa.

Este castillo o alcázar había sido mandado construir por Alfonso XI en 1332, como consecuencia de los enfrentamientos de este monarca con Juan Núñez de Lara y María de Haro, señores de Vizcaya.

Duró poco este castillo -que campea, aún, en el escudo que encabeza el grabado de Hogenberg de 1545- ya que en 1366 se procedió a la demolición de la fábrica.

Ordenó su demolición el Señor de Vizcaya Don Tello. Eran los tiempos de las luchas entre Pedro I «el Cruel» y su hermanastro Enrique II de Trastamara, siendo, el año de la demolición del Castillo, el mismo en que este último mandó asesinar al primero.

Quedó, durante un tiempo, el solar hasta que el rey de Castilla lo donó a Martín Sánchez de Leguizamón. Este último, con su esposa doña Mencía, emprendió la construcción de la iglesia de San Antonio Abad en el desplazamiento.

Duró la construcción varios años, celebrándose la primera misa en el nuevo Templo el día 5 de Agosto de 1433.

Desde entonces, la segunda parroquia de Bilbao, San Antonio Abad, entrañablemente conocida como San Antón, fue adquiriendo carta de naturaleza para la población que, a su sombra, veía crecer sus actividades comerciales y, consecuentemente, progresar el conjunto de la Villa que se constituyó en cabeza del Señorío. San Antón, con todo ello, llegó a sustituir, en el escudo de la Villa, al alcázar que campeaba en el mismo.

Hoy, este escudo con la emblemática parroquia y el puente, «la puente» en términos populares, representa a la Ciudad que todos conocemos y en la que vivimos.

Pero, además, relata -subliminalmente- un hecho urbanístico propio de Bilbao: el que cada puente de la Villa tenga, en uno de sus extremos, uno de los edificios singulares y representativos de la misma. Y si no véase: Puente del Arenal y Teatro Arriaga, Puente del Ayuntamiento, Puente de la Salve y el museo Guggenheim,…etc.

Consagrada, pues, en 1433, la iglesia de San Antón -como la vamos a llamar, responde a un estilo gótico tardío castellano.

Destaca esta fábrica por una peculiar tipología de iglesia-salón, típica de las construcciones vizcaínas del período, y por las especificidades de su perímetro y forma a las que no fue ajeno su catacterístico emplazamiento.

La obra de San Antón se prolongó a lo largo de los años para rematarse, en lo esencial, a finales del siglo XVIll, si bien diferentes elementos anexos al edificio, como la casa rural, no se vieron finalizados hasta comienzos del siglo XX (1902), participando en su realización nada menos que Enrique Epalza.

Incorpora, pues, el templo, diferentes elementos arquitectónicos que, al igual que ocurre con la iglesia cabecera de Santiago, van desde el gótico tardío del siglo XV al neogòtico de comienzos del XX, pasando por el renacimiento y el barroco.

Destacan, en el conjunto, el pórtico y el campanario. El pórtico renacentista, que manifiesta una singular disposición y constituye la base de su interesante balconada, lo trazó Juan de Garita en 1544, realizando la talla el taller de Guiot de Beaugrant.

También Garita, con Juan de Gueréquiz, intervino en la realización del coro llevado a cabo entre 1575 y 1583.

Pero, sin lugar a dudas, el elemento más llamativo y emblemático de nuestro San Antón lo constituye su campanario cuya traza se debe a Gabriel de Capeiastegui. Capelastegui participó en obras de este tipo en Bizkaia y País Vasco. En San Antón, diseñó un campanario barroco, recargado pero, a su vez, singular y bello.

Se remata el campanario con un «giraldillo» de fundición que fue proyectado por Jerónimo de Argos (1775).

Capillas laterales, contenido mueble del edificio completan el conjunto monumental que ha ido sufriendo en el tiempo, el achaque de las circunstancias.

Nada queda, por ejemplo, del retablo mayor realizado en el siglo XVI por Esteban de Velasco. Sin embargo queda, aún, un importante legado histórico que abarca desde retablos menores, capillas, pinturas e imaginería que proclaman aportaciones de Juan de Beaugrant, P. Mignard y más tarde, incluso, dos óvalos de Manuel Losada (1907), una escultura de la virgen de Begoña de Larrea, etc.

San Antón, colindante con las Casas Consistoriales y el Consulado, cerraba, hasta finales del siglo XIX, la vieja plaza de la villa. En este lugar, que tantos grabados recogen como espacio público para el comercio y las actividades sociales y lúdicas, se concreta el dominio de todo lo que de Bilbao fue esencia en sus primeros pasos.

San Antón presidiendo la vida de la Villa, dando forma y motivo a su escudo y configurandoel espacio más representativo de la historia del Municipio hasta su Ensanche, sigue hoy, como testigo vivo, entre el tránsito agobiante, marcando los tiempos de Bilbao -recibiendo a un imponible Don Diego López de Haro de los 700 años- y apuntando, de «la puente hacia la mar, un devenir vigoroso que fluye de su entraña de piedra y su límite de agua. (texto de Elías Mas en el periódico Bilbao)

Un par de aportaciones más referente a obras que conntiene

En el pórtico de la sacristía de la iglesia de San Antón se encuentra un busto de Don Claudio de Gallastegi(1906-1988), quien fuera párroco de San Antón durante 40 años y diese la primera misa en euskera en la villa de Bilbao. Esta obra fue realizada por el escultor bilbaíno José Borlaf en 1988. (Texto de Ana Prado)

Adosada a la iglesia de San Antón, existe una placa de piedra desde hace tres décadas, en recuerdo de los seis ejecutados en Bilbao el 26 de mayo de 1634 con ocasión de lo que se dio en llamar la Rebelión del Estanco de la Sal. Dicha placa venía a reponer otra de bronce, realizada por el pintor y escultor Félix de Torre, que había sido colocada en el mismo lugar en 1932, durante la II República, y retirada en 1937, en plena guerra civil, poco después de la entrada de las tropas franquistas en la Villa. (Texto de Iñaki Llamas)

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