Fosteritos

De la colección «De Bilbao de toda la vida» de Tomás Ondarra y Jon Uriarte

Los Fosteritos son las bocas de entrada al Metro de Bilbao, diseñado por Norman Foster. Son sencillos e ingeniosos, y funcionan muy bien. Están repartidos por toda la ciudad. Tienen además la virtud de ser muy reconocibles y de tener eso tan difícil: carácter.

Su estructura recuerda el cuerpo de los ciempiés, de las cochinillas y (dejémonos de tonterías) de las cigalas. Los sucesivos anillos se adaptan a la curvatura y crean un tubo orgánico. El resultado es elegante, y a la vez nos muestra su génesis estructural. Su funcionalidad es su estructura. Para mí es un ejemplo perfecto de arquitectura.

El planteamiento es sencillo, y la solución también lo parece. Eso es, a mi juicio, una virtud. Harto de que muchos arquitectos compliquen y retuerzan sus proyectos, esta aparente sencillez de Foster me gusta. Está muy trabajada, pero para eso le pagan: para que trabaje él y disfrutemos los demás de su obra. Quiero decir que es como esas novelas apasionantes y muy atractivas, que se leen con gusto y facilidad, y que casi nos dan la sensación de que al escritor no le ha costado trabajo componerlas. Me gusta ese trabajo secreto del oficio, que trabaja para que no se note y la obra quede limpia. (texto de José Ramón Hernández Correa en su blog)

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