El Palas

Tras el incendio del 21 de septiembre de 1949 del Teatro Circo del Ensanche, en cuya manzana estaba ubicado el primitivo local, el techo del mismo quedó muy dañado y los parroquianos empezaron a hacer la broma: ¡Esto parece un palas! Empinar el codo en la bodeguilla esquivando las goteras hizo que le pusieran ese mote. Aquello era como un «palacio». No tuvieron más remedio que cambiar de ubicación. Aunque no se fueron muy lejos, justo a la acera de enfrente, en Licenciado Poza 3. Pero el cambio no supuso cambio en el «mote» que los parroquianos le habían otorgado al local.

La Bodeguilla Vallejo o como se le conoce popularmente, el Palas está abierta desde el 2 de enero de 1950, lleva en pie, por tanto, más de 70 años. Toda una vida ofreciendo a sus parroquianos, gildas y ricos bocadillos de bonito, regados con vino o cerveza en porrón. Sí, justo allí, donde antaño estuviese ubicado el legendario Teatro Circo del Ensanche. La oferta no es muy amplia, pero no por ello menos atractiva. Los asistentes se encontrarán bocadillos de bonito, bonito con anchoas y divisa, bonito con picante, sardinas, anchoas de Espinosa de los Monteros, gildas (los cánones de su receta mandan alinear tres aceitunas rellenas de anchoa, junto a una piparra y la sacrosanta anchoa de Espinosa de los Monteros…) y embutido.

La bodeguilla sin nombre (no hay ningún cartel o rótulo en la fachada que le identifique), se conoce popularmente, como les dije, con el sobrenombre de El Palas (un juego de letras que populariza el Palace de otros tiempos…) y mantiene intacta la estética, con su mostrador de madera, sus barricas, la baldosas originales y apenas una reforma en los baños.

A dos pasos de la plaza Moyúa, y a uno de la Diputación, cuando El Palas tiene su persiana bajada parece una lonja cerrada más. Nada más lejos de la realidad. Es más bien un palacio de las viejas costumbres, un negocio familiar que los Vallejo (originarios de Calahorra) han mantenido con el espíritu original desde el día que Luis Vallejo lo fundó. Jone Vallejo (hija de Claudio), llegó tras la barra de este histórico templo hace 45 años y la konpartsa Moskotarrak le otorgó, merecidamente, el galardón Paraje Bilbaino en 2013.

No busque el visitante juegos de luces, ni televisión, ni hilo musical. No son necesarios. El Palas no es lugar para resguardarse en tecnologías, sino para disfrutar de una buena conversación entre trago y trago. Podrán observar una alfombra de cáscaras de cacahuetes y las viejas barricas desde la que se despachaba vino a granel en garrafas de 8 o 10 litros. Una barra larga y tres mesas metálicas con sillas sirven de parapeto a los clientes para disfrutar de sus delicias, para darse un respiro como puerto de refugio en medio de la tempestad del día a día. A primera hora de la mañana, desde una mesa llena de panderetas de bonito y anchoas, Jone despacha sin parar bocadillos recién preparados y sabrosos.(Texto de Jon Mujika en Deia)

Tras 73 años de historia ha anunciado su cierre a finales del año 2023.

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