Madriles

Madriles representa el viejo Bilbao sietecallero, de los Txikiteros, la gente currante del Mercado a las mañanas desayunando por los bares del Caso Viejo, la nueva gente estudiante revolucionaria y contestataria, hasta la llegada también del Rock&Roll a Barrenkale, toda esa gente que se fue acercando sobre los años 60/70 hasta el 83 donde Madriles fallecería por las inundaciones; unos dicen que en un portal, otros que en un bar donde tenía refugio cerca de uno de los cantones de Barrenkale, otras fuentes dicen que fue en Txomin Barullo. La verdad que Madriles siempre fue un misterio hasta su muerte. Nadie sabía de donde era, ni siquiera como se llamaba realmente; Unos decían que era un sobrino de Pablo Iglesias el socialista, otros que fue un diputado en Madrid, también que era un millonario excéntrico que le gustaba vivir de vagabundo, etc.

La verdad que era un personaje único, querido, todo el mundo le invitaba a algún vino siempre o un pintxo, y la gente del Mercado de la Ribera le regalaban siempre artículos alimenticios. El vivía de la recogida de cartones que apilaba ordenadamente en un carrito y también según me han contado algunos ex-comerciantes te hacia algún recado. Nunca hablaba de su vida y entrar en ella era muy difícil, sus respuestas eran filosóficas, cargadas de vino, lo etílico era parte de su sangre. A veces le gastaban bromas y se cabreaba esgrimiendo una navaja roñosa en la mano y jurando en Arameo o algo similar. Según me contaba mi amigo Manolo que trabajó en el Lasai y el Akatz de Barrenkale de la calle Ronda, en el bar de la Zornozana a veces le escondían el vino y éste volvía a sacar su mala leche y su navaja. Pero en el fondo las cuadrillas de Txikiteros y de jóvenes le trataban bien, era querido por todo el mundo. Muchas veces las cuadrillas le llevaban de poteo a las noches y luego lo dejaban cuando el cuerpo ni el brazo no podía más levantar aquellos vasos de culo gordo donde bebíamos entonces. Muchas veces en el Modesto le invite a unas morcillitas, chorizo o bokatas que había en la barra. La “maci”, mi jefa, hacia lo mismo también ¿Madriles has cenado? -No decía él- Pues venga siéntate a la mesita del fondo y allí le sacábamos algún condumio y un vinito. La carretilla incluso la metíamos al fondo del bar cerca de la puerta de madera del water si es que estaba vacía, que con cartones no cabía. Y así se fue perfilando la vida y el tiempo de aquel casco sietecallero, alegre, Txirene y combativo.

Mas tarde la desgracia hizo su presencia con aquellas inundaciones que se llevaron a Madriles, al viejo Bilbao y el espíritu Bohemio de todo un barrio que hoy en día no se parece en nada ni tiene más atractivo que los pintxos para turistas, especulación de pisos para uso turístico y tiendas de txitxinabo, sin fuste, donde ya no acuden como antes los parroquianos y los provincianos de los pueblos de alrededores como antaño, ahora los bazares chinos, las tiendas de franquicia (corporaciones e inversionistas) con o sin marca, nos invaden las calles ¿Dónde están los verdaderos comerciantes ahora?

También en la hostelería en su mayoría son inversionistas los que los montan, el concepto del viejo hostelero que a veces era como tu psiquiatra al que contabas cosas prácticamente está desapareciendo, ahora se trata de ir estresado todo el rato a servir al cliente, los/as camareros/as son antipáticos/as y a veces hasta sinsorgos. También los pintxos clásicos de los de siempre cada vez abundan menos, son cambiados por pintxos de «diseño» que a veces no sabes ni a lo que saben, y no digo de algunos lugares donde el pintxo es un canapé con mayonesa y te lo cobran como si fuera oro. En otros bares con adornos insípidos asemejándose al artista de pacotilla de turno con recipientes presenciales absurdos,

Con Madriles desaparece el Bilbao «anarquista» libertario, rebelde, alegre y combativo, trabajador, solidario, por otro Bilbao de postal, soso y aburrido si vives todos los días en él. Sólo hay que ver las calles semidesiertas entre semana y las masas que vienen de los pueblos de alrededor los fines de semana a ponerse hasta las patas de todo y eso añadido a que la calle ya no es tan segura por mucho que nos quieran contar las autoridades. Para comprobarlo intenta ir solo o sola andando desde el Casco Viejo hasta indautxu por la Gran Vía y desviarte en Gregorio de la Revilla o las calles adyacentes, o desde Deusto a Indautxu cruzando el parque y ya no te digo por los alrededores del Casco. Vete a pasear de noche por toda la orilla de la ría, por el Guggenheim, intenta cruzar el puente de Rekalde desde la Casilla hasta éste ilustre y combativo barrio que fue machacado por el azkunismo cuando el asunto del Gaztetxe de Kukutxa. etc.

Como decía, Madriles fue el último vagabundo txirene que se bebió la esencia y el espíritu de la ciudad y prácticamente todos los pellejos de cerdo rellenos de vino de los bares de las Siete Calles. Maritxu, última dueña del Bar Akatz, me contaba el otro día que ellos en el bar tenían colgado un cuadro de Madriles y que éste se caía muchas veces al suelo del sitio donde estaba colgado llevándose por delante siempre alguna botella de vino ¿Otro misterio? De los bohemios vivos que aún nos quedan en la «calle» tenemos a nuestro Pascual Bolongua alias “El Pottolo” Rey Mago de cabalgata y cantante músico callejero, pero Pascual es como el turista inglés que se enamoró de una bilbainita y se nos quedó a vivir aquí y además es negro como dice él, para romper moldes. (Texto de Gotzon Monasterio 25/03/2018)

Calendario de bolsillo con la imagen de «Madriles» editado por la Filatelia UNAMUNO del Casco Viejo

Reportaje en recuerdo de «Madriles», publicado en un suplemento especial de «El Correo» a los 25 años de las inundaciones.

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